
LAGUNA DE VOCES
Por fin llegó el calor, el sol que se mete desde las 6:30 de la mañana por la ventana, las ganas de vivir que un invierno triste dejó para esta ocasión, ahora siempre con la idea de que tal vez sea la última oportunidad porque, comprobamos, nadie puede asegurar que cargará a los peregrinos para las posadas de este 2022.
Antes estaba seguro de que la muerte tenía un plan definido meticulosamente para actuar con su característico sigilo, algo apenada porque nunca deja de causar dolor.
Pero desde el 2020 fue otra, se volvió personaje central del mundo entero y cambió su timidez por un amor absoluto por los reflectores, por ser el centro de atención y no dudó en arrasar con todo lo que se pusiera a su paso, y desechar ese manual hecho desde la eternidad para no asumir responsabilidades que no le correspondían.
Era claro el mandamiento de que su tarea consistía en quitar la vida a quien le habían ordenado, pero nunca asumirse como dueña de destino alguno.
Eso dio paso a dos años terribles, donde ya no existía ningún orden y los difuntos se veían a diestra y siniestra, y también a que muchos de los que se fueron no debieron hacerlo, y muchos de los que se quedaron no tenían por qué recibir ese premio.
Sí, se que a nadie le gusta que se critique a la muerte, tan democrática, tan siempre justa porque, como dice la canción, “se lleva al pobre y al rico con sus millones, uno va en estuche de oro y otro en puros calzones”. Porque desde que nació no tuvo otro interés que cumplir al pie de la letra con las órdenes recibidas.
Vaya pues que nunca le gustó la política y simplemente se remitía a informar del deber cumplido. Pero con la pandemia, con los muertos por millones sin guerra de por medio, ella tuvo en sus manos toda la libertad de decidir quiénes sí, y quiénes no se irían.
La guerra es otro asunto, porque regularmente no hay tiempo de leer siquiera la lista de los que partirán, y la apuración es tanta que sería una pérdida de tiempo dejar en espera a quienes ya recibieron un balazo, un bombardeo, todo eso que hace que la existencia termine a montones sin tiempo de pensar.
Con la pandemia fue otro asunto, y se dijo que era tiempo de hacer unos cambios, que incluso sirvieran para hacer pública su condena a gobiernos inútiles, a líderes sin pizca de inteligencia, en fin, toda esa fauna que abunda en la tierra del poder humano.
Pero lo cierto es que se la creyó y ahora anda desquiciada por una enfermedad corriente, vil y miserable. Esa que hace locos a todos los mortales, pero cuando se trata de la mismísima muerte es otro asunto sin lugar a dudas.
Por eso ha pasado todo lo que ha pasado, y por eso también no dudemos en que de buenas a primeras se desate una guerra donde los muertos lleguen a ese fin con un mar de dificultades. Porque, deben saberlo, ahora pretende (la muerte) que le hagan llegar una solicitud con un montón de requisitos para llevarse a los caídos en batalla.
Es decir que todo se desquició desde la pandemia, porque la muerte dejó de ser democrática y justiciera, y vendió su don más preciado por más y más poder. Vaya pues que de buenas a primeras es un ángel caído pero que todavía no ha sido expulsado del Paraíso, porque además nunca fue aceptada en esos lugares.
Así que pretende dar vida a un sueño que siempre ha tenido, donde ejercer el poder más maravilloso, único, incluso mayor al de la vida: la muerte. Dice que la otorgará cuando le venga en gana, y que todos los que protesten pueden hacerlo hasta la eternidad, y seguramente se cansarán, de tal modo que tiene la partida ganada. A ver en qué termina todo, pero no será nada bueno con toda seguridad.
Mil gracias, hasta mañana.
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@JavierEPeralta