Mucho ruido y pocas nueces…

Estamos a punto de terminar con el martirio de las campañas políticas, y sí, aunque a algunos les moleste, en lo que a mí respecta, estas campañas se convirtieron en particularmente nefastas.

 

 

En primer lugar, porque tradicionalmente los procesos electorales intermedios son de escaso o nulo interés para los mexicanos, especialmente para los jóvenes que no encuentran una motivación especial que los invite a ejercer el sufragio, si acaso los únicos de esa juvenil generación que hacen eco a la invitación a votar, son los grupos cautivos que engrosan la lista de redes creadas ex profeso para este tipo de eventos electorales.

 

Segundo, porque en el presente proceso, los Partidos Políticos le pusieron más enjundia a las mentadas de madre que a la propuesta que halagase el oído del ciudadano.

 

Las campañas empezaron siendo un asco y terminarán convertidas en estiércol del que se están aventando unos a los otros.

 

No será nada fácil llevar a la gente a las urnas, pues la confianza es muy fácil de perder y sumamente difícil de recobrar, y el ciudadano, es más que evidente que ya perdió la confianza en sus representantes. No creo que sean los grupos sociales radicales los que influirán en el abstencionismo; más bien, esa responsabilidad yo se la acredito a la serie de inconsistencias entre el prometer y el cumplir de todos los actores políticos, de todos los niveles y de todos los Partidos, pues al final la gente sabe que “unos y otros son iguales”.

 

Es una lástima que un sistema democrático se use solamente para beneficiar intereses que nada tienen que ver con la ciudadanía, pero más lamentable resulta la traición a la confianza del que alguna vez les otorgó el voto y que en lo futuro termina por retirarse de las urnas.

A los que ganen o pretendan ser algún día candidato de algún cargo público, bien le convendría pasar un par de horas en un tianguis popular, pues ello les daría a esos sujetos una idea de la verdadera necesidad social y tal vez, digo tal vez, podrían adquirir esa sensibilidad tan fundamental en el ejercicio de sus funciones; pero eso es utopía, pues desde el momento que ellos asumen el cargo de legisladores difícilmente se les vuelve a ver en la muchedumbre que los eligió; se convierten en “totalmente palacio”.

 

Actualmente no necesitamos encuestas sesudas y contratadas para darnos cuenta el nivel de confianza hacia los que nos representan en el Congreso o gobiernos de todos los niveles, basta con ir a cualquier esquina y preguntar a Juan Pueblo y seguramente les dirá la frustración de cada mañana al darse cuenta que sus expectativas de mejorar su nivel de vida es nula y todo ello gracias a nuestros ilustres políticos.

En una semana más estaremos en plena votación, y los aspirantes de todos los Partidos y coaliciones ya habrán descargado su morral lleno de nada, vacio de ideas, porque en esta ocasión la propuesta brilló por su ausencia; su estrategia solo fue mucho ruido y pocas nueces.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está

 

Miguel:.Rosales:.Pérez:.

 

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