Tras producir y presentar “La historia de Dios”, el actor afirma que aprendió “que somos parte de algo más grande”.
Morgan Freeman recorre siete países diferentes para descifrar los misterios de la fe
Diferentes culturas y religiones es lo que explora “La historia de Dios”, un programa de NatGeo en el que el actor Morgan Freeman intenta descifrar los misterios de la fe.
“En los últimos meses, viajé a veinte ciudades en siete países diferentes para tratar de encontrar respuesta a los grandes misterios de la fe”, dice el artista que también ejerce de productor.
“Canté el llamado a la oración en una mezquita en El Cairo, tomé clases de meditación con el líder budista de la línea más antigua de Lamas reencarnados, conversé sobre Galileo con el director de la Academia Pontificia de Ciencias y exploré las primeras instrucciones para la vida en el más allá escritas en jeroglíficos dentro de las pirámides. En algunos lugares, encontré respuestas, en otros, más preguntas. La constante es que todos estamos buscando ser parte de algo más grande que nosotros. Y si algo aprendí de todo esto, es que somos parte de algo más grande”, afirma.
Famosas preguntas como “¿quién es Dios?”, “¿qué pasa cuando morimos?” y “¿por qué existe el mal?” se abordan en los seis episodios (que en Latinoamérica se emiten desde el 3 de abril a las 10 de la noche), pues Freeman busca comprender cómo evolucionó la religión y de qué manera determinó a su vez la evolución de la sociedad.
No son pocas las personas que ven la religión como algo que divide y segrega, por lo que el especial “intenta demostrar las asombrosas similitudes de los diferentes credos, incluso aquellos que parecen ser diametralmente opuestos”, informan los realizadores.
Los televidentes podrán ser testigos de los viajes que Morgan Freeman hizo al Muro de los Lamentos en Jerusalén, el árbol de la iluminación en la India, los templos mayas en Guatemala y las pirámides de Egipto con el fin de ser “sujeto de experimentación en laboratorios científicos para examinar cómo las fronteras de la neurociencia están haciendo intersección con el dominio tradicional de la religión”.