Moon Jae-in asume la presidencia de Corea del Sur

Menos belicismo con Corea del Norte
Enfrentará desafíos desde el inicio

Moon ha declarado que está dispuesto a retomar el diálogo con el líder norcoreano, Kim Jong-un, y a reabrir los proyectos comunes resultantes de la conocida como ‘Política del Amanecer’ de los ex presidentes Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun, que apostaban por un mayor acercamiento a Corea del Norte. Aunque el país comunista no se ha pronunciado sobre la elección de Moon, sí que ha insinuado con anterioridad que era su candidato favorito
Pocas horas antes de que el nuevo presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, fuera declarado oficialmente ganador de las elecciones y recibiera los parabienes de otros líderes extranjeros, el Ministerio de Defensa de China anunció que ha probado con éxito un nuevo misil en el mar de Bohai, próximo a la península coreana, lo que pone en evidencia los enormes desafíos a los que se tendrá que enfrentar desde un principio el nuevo mandatario.
Según el comunicado chino, el ensayo se ejecutó durante unas maniobras militares para “aumentar la capacidad operacional de las Fuerzas Armadas y reaccionar eficazmente ante las amenazas a la seguridad nacional, logrando los resultados deseados”.
Para diversos analistas, este ensayo es la respuesta china al montaje en territorio surcoreano del controvertido escudo antimisiles norteamericano THAAD y el momento elegido para darlo a conocer supone un aviso para el nuevo presidente, que tendrá que decidir si sigue adelante con el despliegue de un sistema de defensa que provoca las iras de sus vecinos.
Precisamente, poco después de que la Comisión Electoral Nacional certificara ayer la holgada victoria de Moon con el 41% de los votos, este ex abogado de 64 años se comprometió en el acto de la jura de cargo a mantener “serias negociaciones” con China y EU sobre el THAAD y a abordar con premura las relaciones con su belicoso vecino del norte, con quien quiere rebajar la tensión y establecer una relación más fluida. Esta postura supone un cambio de tendencia con respecto a los gobiernos conservadores de los últimos diez años, más proclives a mantener una política de mano dura frente a Pyongyang.

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