RELATOS DE VIDA
Las llaves
• ¡Hijooooooo! ¿Dónde dejaste las llaves del carro? ya se me hizo tarde, me tengo que ir, todavía tengo que pasarte a dejar con tus abuelos y no encuentros las inches llaves, de seguro tu las agarraste, yo las dejé en la mesa. – enunció la madre molesta, con signos de desesperación.
• ¡Mamaaaaaá! Yo no las tomé, la última vez que las vi, estaban en la mesa, así que ahí deben de estar – respondió calmado el joven.
• Te estoy diciendo que no, pues si no estoy loca, ya busqué en la mesa y no están, al menos párate baquetón y ayúdame a buscarlas, que ya es muy tarde. – replicó la mujer.
Después, un largo silencio, solo un par de pisadas, y enseguida – Ya vámonos, te espero en el carro. El joven dudoso caminó hacia la salida de la casa, cerró la puerta y se subió al automóvil, para preguntar. – Por fin ¿dónde estaban? – a lo que respondió la madre con sonrisa burlona – estaban en mi bolsa, pero te juro que yo no las eché ahí.
El celular
• Escuincle del demonio, de seguro tienes mi celular, ya dámelo que necesito marcarle a tu abuela – enunció la madre.
• Yo no lo tengo mamá, porque no lo buscas en tu cuarto, ahí estabas hablando con mi tía, tal vez ahí lo dejaste – contestó el niño de apenas 10 años.
• No, ya fui, ya lo busqué en la cama, bajo las almohadas, en el tocador, en las repisas y no está, ya dámelo, tú lo tienes, siempre lo agarras, ya no te lo voy a prestar porque siempre lo pierdes y la única que anda como loca buscándolo soy yo, ya dámelo – replicó segura.
• Mami, te lo jurito que no lo tengo, déjame marcarte – agarra su celular personal y comienza a marcar al número de su progenitora. Después de algunos timbrazos.
• Ya lo encontré, ya no marques.
• ¿Dónde estaba? – preguntó intrigado
• En la bolsa trasera de mi pantalón, pero todo bien, no te preocupes, sigue en lo tuyo.