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Ni “criadas”, ni sirvientas, ni “chachas”, son trabajadoras del hogar

  • Muchas menores eran llevadas por sus padres a trabajar en las casas de su pueblo o la ciudad

 

“Necesito criadita humilde, doce a dieciséis años”; “Necesito sirvienta seria para casa chica”, (Aviso Oportuno, 1922) así publicaban los anuncios solicitando niñas y adolescentes para realizar labores del hogar, lo cuales exhiben estereotipos negativos y un trato discriminatorio hacia ellas y a su labor, de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

Muchas menores eran llevadas por sus padres a trabajar en las casas de su pueblo o la ciudad, como el caso de Socorro Paz Magos, que a los 10 años empezó en el servicio doméstico. Nacida en Huichapan, Hidalgo, a sus 81 años recuerda: “de niña me esclavizaban mucho, me decían escuincla, chamaca, floja, pero ya de grande me defendía”. También le llegaron a decir groserías y pegar con palos.

Durante décadas existió una sección en el Aviso Oportuno llamada “Sirvientes”. En este espacio se solicitaban los servicios de las niñas, adolescentes y mujeres para el trabajo del hogar.

Con un lenguaje más incluyente, la sección “Sirvientes” del Aviso Oportuno se modificó en 2004 por el de “Personal Doméstico”.

La señora Socorro Paz trabajó desde los 10 años limpiando casas porque “la situación era crítica y su mamá estaba contenta porque su sueldo le ayudaba mucho”. Además, sus papás le dijeron que no alcanzaba la comida para sus hermanitos y “eso me conmovía mucho y por eso me iba a trabajar”. Le pagaban 10 pesos al mes y si tenía suerte le daban 20 centavos de domingo.

Históricamente, las trabajadoras del hogar han sido discriminadas, maltratadas y humilladas. Por muchos años se les ha llamado de manera despectiva: “criadas”, “sirvientas”, “chachas” o “gatas”, ante ello organismos de derechos humanos consideran que estas expresiones no son inclusivas.

El significado de “criada”, según el Diccionario breve de mexicanismos proviene de “criado”, “sirviente”, de criar, educar (en casa de un rico). Mujer empleada en el servicio doméstico”. La definición de “chacha” que hace Jesús Flores y Escalante en Morralla del caló mexicano es: “apócope de muchacha, muy utilizado entre las señoras que se sienten nais, para calificar a la servidumbre femenina”.

“No está bien que nos llamen sirvientas, chachas, criadas, es muy humillante, siempre lo noté. ¿Criada? No, porque me crió mi mamá”, expresa la señora Socorro, quien a los 24 años se casó y dejó de trabajar en el servicio doméstico.

En la imagen un anuncio de la venta de uniformes y delantales, en tela popelina de algodón sanforizada para la “nana”, “sirvienta” o “cocinera” (EL UNIVERSAL/18 de septiembre de 1955). Hasta la fecha muchas mujeres que se dedican al trabajo del hogar utilizan estas prendas.

“Decirnos sirvientas o criadas es una falta de respeto. La gente que me ha tocado es muy educada, afirma la señora Rosalba Lázaro Cruz, quien desde hace 10 años trabaja en una casa de Coyoacán.

Si ella se enferma, nos dice, no le pagan el servicio médico o las medicinas. Sus jefes no la regañan y le tienen consideraciones. Trabaja de las ocho de la mañana a las cinco de la tarde, sólo descansa los domingos, no tiene vacaciones pero sí le dan aguinaldo.

La palabra “sirviente” “era sinónimo de muchacho o muchacha; es decir, un joven soltero y dependiente; trabajar como sirviente era una forma de aprendizaje, previo al desarrollo de los sistemas formales de educación”, escribió Elizabeth Kuznesof en su texto Historia del servicio doméstico en América hispana (1492-1980).

 

dtao:

Le pagaban 10 pesos al mes y si tenía suerte le daban 20 centavos de domingo.