Los primeros “fifís” surgen en el Porfiriato
• La Real Academia Española define “fifí” a una persona presumida, que se ocupa de seguir las modas
A lo largo de su carrera política, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho uso de términos y frases coloquiales para expresar su opinión, entre ellas ha destacado la palabra “fifí”, la cual forma parte del léxico cotidiano de los mexicanos y define a un tipo de prensa, un sector de la población y hasta una forma de pensar.
La Real Academia Española define “fifí” a una persona presumida, que se ocupa de seguir las modas. En 1925 Salvador Escudero describió a este personaje en EL UNIVERSAL ILUSTRADO: “tu destino es el fútil destino de bailar, de beber a sorbitos tu cocktail en el bar y llamar al teléfono a Lulú y a Margot, dos frágiles muñecas de la Roma… Fifí privilegiado del bastón y el clavel, del monoclo insolente y el azul calcetín”.
Por su parte, la directora general de la revista “Algarabía”, María del Pilar Montes de Oca Sicilia, explica en entrevista para este diario que el término viene del francés; es la palabra que resulta de la supresión de fifille (niña o hijita). Es una forma onomatopéyica, se escribe como suena, fifille se acortó hasta como la conocemos, ya que en el idioma francófono las letras “lle” son mudas.
Ella afirma que el famoso vocablo entró al español en México durante el gobierno de Porfirio Díaz y era usada para describir a las personas que les gustaba todo lo que fuera francés.
En su blog la historiadora Ana Portnoy detalla que “durante el Porfiriato (1877-1911) se mantuvo una política de puertas abiertas a la inmigración procedente de Europa, bajo los conceptos de fomento a la inversión extranjera, poblamiento de baldíos y mejoramiento de la raza del maíz a través de un nuevo mestizaje”.
En el deseo de modernidad de Díaz comenzó la convicción de traer lo extranjero para incorporarlo a México, admiraba especialmente a los galos.
Primero llegaron las tiendas departamentales que buscaban parecerse a las boutiques francesas, incluso trajeron a modistas para vestir a la población pudiente con los estilos de más recientes de Europa.
A partir de entonces era común observar en las calles a las damas con una cintura estrecha, gracias al uso de corsés que las sofocaban, y a los hombres con sus trajes cortados a medida, bastones y sombreros de copa alta.
María del Pilar Montes de Oca explica que entre “la gente bien de aquel entonces estaban unas señoras ridículas que les gustaba tomar el té, vestir corsés y tenían en su posesión unos pajaritos chiquitos, como los canarios. Los llamaban fifí, pues cuando algo era bonito o chiquito, ésa era la palabra para describirlo”.
Esta influencia francesa se esparció en la vida cotidiana: costumbres, gastronomía, modismos y hasta arquitectura, con sus palacetes en las colonias Santa María, Juárez y Roma.
Los “fifís” de hoy
Durante la tercera campaña por la Presidencia de la República en la que consiguió el triunfo este 2018 el presidente López Obrador utilizó en su discurso a los “fifís” para hablar de las personas adineradas que son muy delicadas e intolerantes a la crítica.
El director de comunicación social del mandatario, Jesús Ramírez Cuevas, explicó en una conferencia de prensa el 25 de septiembre de este año que la descripción no era ofensiva, sino intentaba describir a la prensa que seguía una línea editorial acorde con su interés económico y político.
Los medios y las redes sociales han popularizado tanto el término que incluso se puede encontrar en Internet un “fifiómetro” que califica si una persona es “pueblo bueno, fifí o mafia del poder”. Desde la apariencia física, el poder de adquisición, estudios, viajes realizados, mascotas, apellidos hasta la lectura de noticias.
Algunos como la comunicóloga Tania Calderón no están de acuerdo con poner etiquetas a las personas; otros como el abogado Francisco Ceniceros y el vendedor de frutas Amaro Domínguez creen que es “divertido e inocente y no se debe tomar tan en serio lo de los fifís”.
Celebrada por muchos y repudiada por otros, la palabra fifí se ha desempolvado del Porfiriato y tal vez ha llegado para quedarse.