Home Nuestra Palabra Mochilazo en el tiempo

Mochilazo en el tiempo

0

El hombre que revive muñecas y recuerdos

 

Una muñeca no es solamente un juguete, engloba emociones, vivencias. Por eso, este hombre se ha dedicado por 40 años a “revivir” estos objetos tan preciados para muchas personas

“Señor, es que mi muñeca ya no ve”, fue lo que le dijo una pequeña niña de tres años al señor Enrique Cervantes Rojas, cuando apenas estaba iniciando su negocio a los 18 años de edad. Se le hacía incluso absurdo el que quisieran reparar esa muñeca, pues ya estaba muy maltratada. Por eso, primero había sugerido que la tiraran y compraran otra, pero al ver la cara de tristeza de la niña, decidió que sí haría la reparación.

Después de una hora la muñequita quedó lista: ya “veía de nuevo”, ya tenía ojos y cuerpo nuevos, la había vuelto a pintar conservando la misma carita.

La niña se emocionó y comenzó a brincar y a gritar, el papá simplemente se puso a llorar. Le dijo al señor Rojas que la niña llevaba mucho tiempo enferma. “Nadie le había dado una sonrisa, una alegría como la que acaba de recibir ahorita. Gracias”, le dijo.

En ese momento el señor Rojas se dio cuenta que un juguete no es sólo es eso, sino que encierra un sentimiento especial para cada persona.

De niños Dios a muñequitas. El señor Enrique Cervantes Rojas lleva aproximadamente 40 años con su hospital de muñecas, que se llama “Hospital Rojas” porque lo empezó su mamá. Al principio solamente vendía ropita para las muñecas, pero como mucha gente le preguntaba si no las arreglaban, decidieron iniciar el negocio.

No siempre han estado en el mismo lugar, incluso hubo un tiempo en el que cerró el hospital y puso un restaurante, pero ahí seguía arreglando muñecas. En realidad, nunca lo dejó. Actualmente su negocio está ubicado en el Mercado Lázaro Cárdenas en la Colonia Del Valle.

Él aprendió a arreglar muñecas porque tuvo un patrón que arreglaba niños Dios e imágenes religiosas y él aprendió el oficio. Compone de todo tipo, desde Lladró, porcelana, muñecas antiguas, Barbies, de pasta, de vinil, les arregla los ojos, les pone cabello nuevo y les pinta su carita con chapitas.

Recuerda que las muñecas eran de cuerpo de tela, mientras que la cabeza, brazos y piernas estaban hechos de vinil o de pasta. Dice que lo que se echaba a perder más rápido era el cuerpo, por eso hacía un molde con el cuerpo original y con tela nueva lo rehacía.

Narra que ahora son todas de plástico como las Barbies y cuenta que ese tipo de muñecas son su especialidad, pues le llegan muchas, sobre todo porque les arrancan la cabeza o les cortan el cabello y luego ya no les gustan a las niñas.

Lo que más le agrada de su trabajo es que “le vuelve a dar vida a las muñequitas”, porque lo más importante es que los dueños de los juguetes vuelvan a verlos como cuando se los regalaron, como si el tiempo no hubiera pasado.

Le han llevado muñecas de porcelana o de pasta en muchos pedazos, y él los vuelve a unir hasta volver a formar la cabeza, los pega y los lima, les vuelve a poner pintura y finalmente quedan como antes de que se rompieran. La pintura que les pone puede llegar a durar hasta 90 años. Lo importante es conservar la esencia de la muñeca, porque muchos sólo las quieren bonitas para poderlas dejar de adorno. Dependiendo de la muñeca y de los daños que tenga, cobra en promedio entre 150 y 200 pesos.

El señor Cervantes Rojas dice que su negocio ya está en peligro de extinción, porque ya casi nadie hace este tipo de trabajos, y que tal vez solo haya unas 10 personas en toda la ciudad que aún realizan esta labor. En EL UNIVERSAL se publicó una nota en 2012 contando la historia de Karen, una mujer que llevaba, en ese entonces, 14 años arreglando muñecas en su taller ubicado en Coyoacán. “Siempre digo que yo no reparo juguetes, sino sueños”, la mujer dijo simplemente cuando se le volvió a contactar, que este año va a cerrar su taller, sin querer dar más detalles.

Juguete con tradición. En 1919 apareció en EL UNIVERSAL ILUSTRADO una nota que consignaba que las muñecas de trapo eran confeccionadas por mutilados de guerra, y que este tipo de muñecas estaban dejando atrás a las de porcelana o a las de pasta. Los trajes que estas muñecas utilizaban eran de la moda de la época. También cuenta que las muñecas se volvieron mucho más expresivas, que cada una tenía su propia carita, como nos contaba el señor Rojas, diciendo que cada una tiene su propia expresión y personalidad.

Lili Ledy era una de las marcas de muñecas nacionales más conocidas en México, muchas niñas tenían de éstas, el señor Rojas era amigo de las personas que le hacían la ropa, toda era de estambre. Cuando la fábrica de Lili Ledy cerró en 1985, la de sus amigos también. Aunque ésta no fue la única que quebró, también cerraron marcas como Elizabeth o Muñecas Preciosas. Las fábricas de materiales también se vieron afectadas, como las que hacían ojitos o el cabello, por ello el señor Cervantes Rojas, cuenta, ya no consigue materiales como lo hacía hace 40 años.

La principal causa para que todo esto pasara fue la importación masiva de muñecas chinas o coreanas a partir de los años ochentas, dice.

Nuestro entrevistado cree que las muñecas pueden cambiar incluso la sensibilidad de las niñas y de los niños.

“Las niñas de hoy ya no juegan tanto con las muñecas, ya traen el chip puesto con la Tablet, el celular, ya no se encariñan tanto; están dejando un sentimiento muy aparte que es la maternidad, por ejemplo.

Hoy por hoy no es tanto que las niñas no se interesen por una muñeca, es también que los papás ya no se los inculcan”, considera este reparador.