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Zona Rosa: de espacio de artistas a sitio decadente

Aquí se reunían diversos actores de la cultura, era espacio exclusivo de arte y gastronomía. Hoy, la inseguridad, las marchas y los llamados antros están terminando con ella

Edición: Carlos Villasana

EL UNIVERSAL

 

La Zona Rosa hoy ha perdido su esplendor. Atrás quedó la exclusividad de aquel escaparate cultural y centro de reunión, donde se paseaban artistas, cronistas, poetas políticos y periodistas de la década de los 60 y 70.

Por sus calles podía verse a las actrices María Félix, Elsa Aguirre, “La Tigresa”; los pintores José Luis Cuevas, David Alfaro Siqueiros, Manuel Felguérez, Lilia Carrillo o a la escritora Pita Amor.

Hoy encontramos baches, basura y ambulantaje. Las grandes galerías cerraron y algunos de los locales se transformaron en bares y antros. Los comerciantes se quejan de inseguridad, marchas e indigentes.

En 1957 este sitio fue llamado Zona Rosa por el artista plástico, José Luis Cuevas, durante una exposición en este lugar. Sin embargo, su origen cosmopolita comenzó desde el porfiriato.

En noviembre de 2015, Sonia Sierra, periodista en EL UNIVERSAL, rescató la opinión de Jorge Ayala Blanco, crítico de cine, quien dijo que la Zona Rosa fue “un lugar donde los jóvenes de la época podían expresarse. Toda una generación de jóvenes descubre que puede hacer arte, así surge La Ruptura (corriente de pintura de los 50 que rompe con el muralismo de izquierda revolucionaria), pero también se amplía a la escritura, el teatro y el cine”.

En su nota, Sierra dice que para Ayala Blanco este lugar ha evolucionado: pasó de ser un sitio para el negocio cultural, a “la zona franca de las minorías sexuales” y “hoy está totalmente lumpenizada con los bares (…), casinos y sitios de medio pelo…”.

La zona se distinguió también por su oferta culinaria. Adriana Durán escribió en EL UNIVERSAL (2008) “Las deliciosas historias de la Zona Rosa”, donde se mencionaba que Zabludovsky y César Balsa (fundador del Focolare) instalaron una galería durante las olimpiadas de 1968: “estaba previsto que durara únicamente tres meses coincidiendo con los festejos olímpicos”(…).

Afectados hablan de la decadencia. En la década de los 70, sitios como la Boutique Sexta Dimensión vendían la ropa de moda; en el Paseo Jacarandas se reunían los jóvenes. En los 90, los lugares populares eran el Yuppie´s Sport Café, de los primeros lugares en proyectar videos deportivos en pantallas y en Las Yardas inició la tradición de beber cerveza en botellas de forma alargada.

El Cine Latino fue, por varios años, el cine de la zona. En 2009, fue demolido y ahora en su lugar se encuentra la Torre Reforma Latino.

Trabajadores del ramo restaurantero, que desde hace 30 años han visto las transformaciones, coinciden en que ha decaído por la inseguridad, tráfico vehicular, basura y manifestaciones, que son los problemas más recurrentes.

Los entrevistados mencionan que otro elemento que ha provocado el detrimento fue la llegada y proliferación de los tables dance desde la década de los 90, y con esto, la aparición de los famosos “tarjeteros— que se relacionan con redes de distribución de droga—.

Hansen, gerente del restaurante Angus, señala que la Zona Rosa se convirtió en roja: “Era una zona segura, había vigilancia, luz en las calles, todo estaba a la vista”. La venta de estupefacientes era complicado o ,al menos, era más organizado y discreto.

Octavio Solís Ortiz de la Peña, mesero desde 1981 en el restaurante Bellinghausen, recuerda cómo era la Zona Rosa: “Era un lugar turístico muy bonito. El gobierno ponía mucho cuidado a la apariencia del lugar porque había vida nocturna. Existían muchos restaurantes, salas de arte y teatros”.

El mesero del Bellinghausen recuerda que en la década de los 80 recibían hasta 250 personas diario; de este total, 30 eran extranjeros. “Hoy sólo recibimos una tercera parte ”, es decir, un promedio de 80 personas.

Marcos Santillán, mesero de Raffaello, coincide en que “en los 80 había más turismo. Antes recibíamos de 200 a 150 personas, ahora atendemos sólo de 70 a 50 comensales”.

Extranjeros se van decepcionados. “Turistas extranjeros que dejaron de venir por mucho tiempo a la Zona Rosa piensan que todavía es igual. Cuando ven en lo que se ha convertido se van decepcionados”, cuenta Valente Velázquez — quien es botones desde hace casi 50 años en el Hotel Geneve.

“La gente viene a comer y a pasar un rato agradable con la familia, pero nos ha tocado que vean indigentes al desnudo y es desagradable”, resaltó Daniel, gerente del Salón Corona (…). Cuando entran al establecimiento y molestan a la clientela ‘nosotros tenemos la obligación de pedirles que se retiren, pero si se ponen pesados llamamos al policía’”.

Las galerías que sobreviven. Uno de los espacios que reúne pequeñas galerías es la Plaza del Ángel —donde hay 36 galerías con antigüedades y piezas de arte contemporáneo—.

Hace 25 años se consolidó como centro de comercio de arte y antigüedades y ahora es reconocido como “el más importante de América Latina”, comenta Alejandro Flores, coordinador del tianguis de antigüedades de esta plaza.

Las reuniones entre galeros, hoteleros restauranteros y otros, con el gobierno local, buscan rescatar las esculturas de la calle de Génova que están maltratadas, contar con calles peatonales como Madero, colocar carritos de basura en cada esquina, dijo Verónica Osorio, administradora de este lugar.

Gobierno promete rescate. En entrevista telefónica, Gilberto Encinas, coordinador territorial interno de la delegación Cuauhtémoc, dijo que las quejas de los empresarios de la Zona Rosa son fundadas: “la zona ha ido deteriorándose”, no sólo en el aspecto visual, sino en el ámbito social y cultural.

Comentó que también hay problemas de prostitución, género e inseguridad aunque no son exclusivas de la zona.

Con los 300 millones de pesos que se tienen para invertir en la recuperación se iniciará un cambio de banquetas y repavimentación en toda la colonia Juárez. La delegación no quiere perder el control de la zona como ocurrió con el Fideicomiso para el Centro Histórico, sino que quiere crear un “órgano económico” para recaudar fondos en donde intervengan vecinos, empresarios y la delegación, comentó el funcionario.

Estas mesas de diálogo se realizan desde hace dos meses. También se acordó que el dinero del fideicomiso de los parquímetros se utilizará en el alumbrado público, aunque el funcionario no dio fecha de cuándo empezaría el rescate de la Zona Rosa.