LA GENTE CUENTA
-Oye, ¿no sientes algo de frío?
-¿Yo? No siento nada…
Omar e Ismael se encontraban recostados sobre el césped de un parque, admirando las luces azules, rojizas, anaranjadas que acompañan el ocaso, observando las pocas nubes que acompañan el final del día, a su vez que la atmósfera soplaba un aire gélido, típico de la temporada.
-¿Sabes? –dijo Omar-, yo si me voy a poner un suéter. No entiendo como andas primaveral con este frío.
Ismael solo suelta una carcajada casi silenciosa.
-Ay, amigo. No exageres. Mira: mejor hay que seguir platicando… ¿Qué me decías?
-Pues… -trata Omar de recordar el tema-. Ah, ya se. Te estaba diciendo: que día me encontré a Nadia…
-¿Tu ex?
-Así es. Iba con un hombre ligeramente mayor que ella. Me imagino que era su marido, o al menos el padre de la criatura que llevaban. Me saludó bien cariñosa, y me invitó al cumpleaños de su hija.
-¿Deveras? –exclamó incrédulo Ismael-. La última vez que me acuerdo andabas peleada con ella, o distanciados. No me sé ese asunto todavía.
-Después te la contaré, amigo. Pero la verdad si se me hizo un poco raro.
-¿Y vas a ir?
Por un instante, Omar gimió meditabundo, como acordándose de algún asunto pendiente de su agenda.
-A lo mejor un rato –contestó por fin-. Digo, creo que comenzaré a contemplar cómo cada uno de nuestros amigos comienza a meterse en asuntos mayores…
Ambos amigos ríen. De pronto, un pensamiento lánguido invade la mente de Omar.
-¿Recuerdas aquellos días?
-¿Cuáles?
-En la secundaria. Aquí solíamos ir a cada rato: tú, Nadia, Humberto, yo… En ese entonces Nadia y yo andábamos, y los cuatro solíamos observar las nubes iluminadas por los últimos rayos del sol. A veces extraño esos días.
Ismael también suspira ante aquella evocación.
-Es cierto, pero también debemos entender que el tiempo pasa, y las cosas cambian. Yo, por ejemplo, extraño andar por estos lugares…
Mientras los dos amigos expresaban su deseo de que las cosas no cambiaran con el tiempo, una figura femenina observaba aquella escena a lo lejos con cierta tristeza.
-¿Crees que mi hermano deba ir al psiquiátrico? –un joven de figura delgada le preguntó a aquella mujer.
-No lo sé, hermano. Omar está decayendo mucho. Ahora está platicando solo.