
Rogelio Rodríguez Gómez, es un panadero con 53 años en el oficio, y en un negocio 100 por ciento familiar, que ha mantenido la calidad y el sabor tradicional, que ha permitido mantener a los clientes.
“Somos originarios de Pachuca, esto es familiar, inició con mi mamá y mi papá, y algunos de mis hermanos”, dijo.
Recordó que la panadería la inició su padre, Otón Ramírez Rodríguez, en 1968, y hasta el momento tienen 55 años en el gusto de la gente, “es un poquito difícil, pero muy agradable, hemos tenido momentos muy muy agradables aquí en el negocio, y es un orgullo para nosotros tener los años aquí”.
Manifestó que su inicio al campo laboral fue de niño en un taller mecánico, sin embargo, cuando su papá instaló la panadería, decidió seguirlo.
Señaló, “me gustó siempre, pero era muy pesado repartir el pan en algunas tiendas, y era a pie, con canasta en la cabeza y trabajar en la noche para tener el pan, y luego repartirlo, eso fue el inicio del negocio”.
Rogelio Rodríguez recordó que en sus inicios, eran tres las personas que trabajaban, pero con el paso del tiempo fueron creciendo hasta llegar a ocho, no obstante con la introducción de la tecnología, el personal se redujo a cuatro, los cuales llevan 35 años.
Puntualizó, “todo ha cambiado, inicialmente se hacía a mano todo, luego salieron las máquinas en Pachuca y poco a poco fuimos comprando y ahora contamos con todas las máquinas necesarias, hemos cambiado algunas, pero la base es mantener lo original, el material ya no es lo mismo, pero buscamos la misma calidad, y la gente nos dice que tiene el sabor tradicional de hace años, por el horno de ladrillo, eso nos ayuda mucho para mantener la calidad del producto, del pan”.
Indicó, “el horno ya estaba, tenía 8 o 10 años que lo habían construido, pero lo trabajaron poquito, y lo adaptamos a gas porque era con leña”.
Rodríguez Gómez detalló que los panes más pedidos son: el cocol, pan de agua, burras, concha, bisquet, pan de muerto, mantecadas y el cubilete de queso.
Subrayó, “queremos seguir la tradición, mi esposa y yo no creo que sigamos mucho tiempo, pero mi hija y mis muchachos, los que nos ayuden a trabajar e ir capacitando gente. En la panadería, es un orgullo tener tanto tiempo y la gente que nos conoce de muchos años, vi a niños, ahora son jóvenes y siguen viniendo. Soy feliz con lo que se ha logrado, pero nuestra idea es que esto siga y tanto mi esposa y yo, descansar un poco y llevárnosla más tranquila”.