Minutos

PEDAZOS DE VIDA

Toma el ramo de flores, se acerca y le entrega la sorpresa a mamá, le da una flor por cada momento, por cada vez que ella estuvo ahí para consolarlo, para decirle “aquí estoy mijito”, por cada vez que estuvo para impedir que la calle se apoderara de él, que “la mona” llegara a su nariz, a su boca, a todo él.

En el lecho de muerte ella llora, y lo mira con ternura, con la mirada que sólo una madre puede tener, lo mira para despedirse, para decirle cuánto lo quiere, para abrazar la cabeza del pequeño que nunca creció, y que ahora está ahí, en el momento cúspide, en el último. En los minutos previos a emitir el último aliento y despedirse de este mundo…  

Se apresura a tocarle la cara, se reincorpora y se aleja en medio de la oscuridad. Las lágrimas no dejan de salir, el dolor está desapareciendo, la ropa ya no se siente, y el frío menos. Cerca de ahí están las ratas que seguramente se comerán el cuerpo, y él con sus flores marchitas se aferra a sí mismo, abraza su ramo y llora.

Nunca la conoció, pero está seguro de que si ella hubiera estado quizá todo hubiera sido diferente, da un último quejido, se despide de la imagen que ha creado en el último momento, regresa a su realidad andrajosa, a su coladera, a su soledad, regresa sólo para mirar una vez más, cierra los ojos, esta vez ha sido para siempre…