
ALFIL NEGRO
Vivir por siempre,
vivir por muchos años,
es un sueño de todos
de aferrarse a la vida,
y se inventan historias
de fuentes milagrosas
para ser siempre joven
para vencer al tiempo,
que todo mide y frena.
Pero lo real de todo
es que lo hoy se inicia
mañana se termina,
y lo que hoy florece
mañana se marchita,
que somos caminantes
de paso por la vida,
pequeños y gigantes
con un nombre al principio
y el mismo por la tarde,
y hasta el nombre en piedra
del reposo de marcha,
el viento y el olvido
termina por borrarse.
Por eso me pregunto
¿qué pasaría en la vida
si de pronto me dieran
el regalo infinito
de vivir por mil años?
De seguro alegría,
contento por la vida,
mil años en la tierra
un sueño casi eterno.
Pero setenta o veinte
siempre inicio y finales,
así sean Los mil años
al final se termina,
porque lo que se mide
por grande que se mire,
no debe ser tan grande
si alcanza en un espacio
si tiene sus finales.
Así estos mil años
que en su cara más buena
permitiría ver el paso
de la historia y el tiempo,
me golpearía la cara
al ver cómo mis hijos
se harían personas grandes
y luego su partida,
lo mismo que los nietos
hermanos y amigos,
y la pena terrible
de ver cómo una tarde
también mi esposa amada
me dejaba en la orilla
y yo con la condena
de vivir mis mil años.
Porque yo sin mis hijos,
sin mi esposa adorada
sin todos mis hermanos
amigos y paisanos,
para qué quiero el tiempo,
vivir más que ninguno,
si la vida es camino
que tiene su sentido
de mano y la sonrisa
de todas las personas
que van con nuestros pasos.
No quiero Los mil años,
prefiero los que tengo
enfermo como muchos
ya viejo por lo andado,
es mi tiempo y mi espacio
es mi vida y la vivo
y entiendo que la vida
sólo tiene sentido
si la voy caminando
con mi gente que quiero.
Para qué quiero entonces
Vivir esos mil años
si el precio es tan terrible
soledad y silencio
olvido y sin sentido
camino sin salida.
No quiero Los mil años
prefiero los que vengan,
porque todo comienza
pero también termina,
si acaso ruego y pido
caminar con justicia
ser digno en la llegada
y digno en la partida.
No, no quiero Los mil años,
prefiero los que tengo,
pero aquí en mi familia
con mi esposa y mis hijos,
en mi tiempo y mi espacio
con mis parques y bosques
mis penas y alegrías,
mis fiestas y mis campos,
El tiempo que me toque
de manos del gran dueño
del antes y el ahora,
el tiempo que me toque
porque eso es la vida.
No, no quiero Los mil años.