“Mi nieto murió de hambre, mi nieto también murió”

HISTORIAS DE TERROR EN IRAK
    •    Historias de terror en el Irak, hoy devastado, víctima de los errores históricos (desde el fin de la Primera Guerra Mundial) que ha cometido Occidente en aquella región del mundo 


“Estuvimos tres días sin agua. La poca agua que bebíamos no era buena. Y ahora tenemos diarrea bebamos lo que bebamos”, continúa. “Durante el ramadán nos moríamos de hambre. Ni siquiera teníamos permitido comer las sobras de la basura”.
Cubierto de polvo, el pequeño Ahmed, de cuatro años, está sentado sobre las piernas de su padre en el exterior del hospital que Médicos Sin Fronteras (MSF) gestiona en el oeste de Mosul.
El niño devora un bizcocho con tal avidez que buena parte de su rostro ha terminado cubierta de chocolate. Por un momento, el niño parece no estar pensando en los horrores por los que acaba de pasar, como la muerte de sus dos hermanos.
Su padre, Samir, consuela a la abuela del crío, que está sentada junto a él, y le ayuda a beber agua de una botella. La cara de la mujer es el espejo de las adversidades que ha atravesado esta familia.
Sólo unas horas antes huían de los combates de la ciudad vieja de Mosul. La casa donde se refugiaban estaba demasiado cerca de la línea del frente, de la batalla que libran el Estado Islámico y las fuerzas iraquíes: fuego de artillería, bombardeos, ataques suicidas, minas improvisadas y francotiradores. Esa misma mañana, la vivienda fue retomada por las fuerzas de avance. Pero la ayuda llegó demasiado tarde.
“(Hace tres días) mi mujer sostenía a mi hijo cuando cayó un mortero”, relata Samir. “El muro de la habitación donde estaban ellos con mi hermana se vino abajo. En un primer momento no puede entrar al cuarto. Había mucho polvo y no podía respirar. Cuando el polvo se asentó, entré y empecé a quitar ladrillos. Escuché a mi mujer gritar y di con ellas.
Las cargué en brazos y las saqué de la habitación. Pero cuando terminé de retirar todos los ladrillos, vi que mi hijo estaba muerto. Tenía un mes y cinco días de vida”. Mientras Samir habla, su madre, de luto, le interrumpe con lamentos y recuerdos del pasado que narra entre lágrimas. “Mi nieta murió de hambre y también he tenido que enterrar a mi nieto.

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