ANÁLISIS
Es común que los mexicanos opinen que su país no va por buen camino, pero si lo comparas con otros de América Latina es el mejor posicionado. En Brasil la situación es alarmante. Enfrenta una crisis política aguda y su modelo económico está mostrando sus límites; la economía se contrajo en más de 3% en 2015 y se espera algo similar para este año.
Como país, México es presa de la misma ficción que Estados Unidos: pensar que sus problemas y retos son originales, especiales y únicos.
Adicionalmente, somos fanáticos de las teorías de la conspiración, como si el gobierno fuera capaz de elucubrar planes maquiavélicos dignos de Ricardo III e implementarlos con una eficiencia digna de Alemania. En realidad, los países no son islas, y lo que sucede fuera del territorio nacional nos sirve como ejemplo para la conducción de nuestras políticas. En 2016 los retos fuera de las fronteras mexicanas tendrán implicaciones para lo que pasa al interior, y no es posible entender los desafíos internos fuera de ese contexto.
Un ejemplo es la depreciación del peso. Hoy en día el valor del peso tiene poco que ver con las condiciones internas del país y todo que ver con los mercados financieros globales y el ajuste económico en China. Cuando los vientos financieros se tornan turbulentos los inversionistas buscan seguridad y el dólar sigue siendo la zona de confort. Varios países con economías sanas enfrentan el mismo reto que México.
Es en estos momentos cuando hay que reconocer la gran labor que México ha hecho en establecer un manejo responsable de la macroeconomía.
Es común que los mexicanos opinen que su país no va por buen camino, pero si lo comparas con otros de América Latina es el mejor posicionado. En Brasil la situación es alarmante. Enfrenta una crisis política aguda y su modelo económico está mostrando sus límites; la economía se contrajo en más de 3% en 2015 y se espera algo similar para este año. Argentina por fin eligió a un gobierno que buscará su reinserción en la economía global, pero hay mucho que hacer para componer el rumbo. De hecho, los desafíos en ambos países representan una oportunidad para las empresas mexicanas que podrían comprar barato y expandir sus mercados con una visión de largo plazo.
Un precio de petróleo tan bajo no es buena noticia para México, pero tampoco implica una catástrofe. La situación mundial incentivará a México a seguir adelante con los cambios domésticos, algo que será positivo en el largo plazo. Un país que no ha sabido manejar su riqueza petrolera es Venezuela. La situación actual se vuelve más crítica cada día, donde se vive la escasez de productos básicos. Venezuela ofrece una lección importante en contra del populismo: podrás tener muchos recursos naturales, pero si no los administras correctamente acabarás en la ruina.
La elección presidencial en EU tendrá un impacto importante en México y en el mundo. Las propuestas de demócratas y republicanos son muy distintas. Si ganan los republicanos no habrá una reforma migratoria y la visión de EU hacia el exterior será más aislacionista. Algunos en México consideran que representan una opción favorable porque el partido apoya al libre comercio, pero con el fortalecimiento del tea party ya no es así; el populismo de derecha puede resultar igual de globalifóbico que el de izquierda. Aquí ofrezco una opinión y una apuesta: le conviene a México que ganen los demócratas, y eso es lo que sucederá.
Los desacuerdos entre los partidos en EU representan un freno para la economía global, y el mejor ejemplo es la controversia en torno al Tratado de Asociación Transpacífico. Cuando Obama mencionó la importancia del acuerdo en su último informe, los aplausos en el Congreso fueron escasos. La comentocracia washingtoniana opina que no existe suficiente apoyo para lograr que el TPP sea aprobado por el Congreso. Sectores clave esperan poder modificar lo ya convenido, pero sería muy difícil renegociar, si no es que imposible.
La situación global es incierta y compleja, y en este contexto México no está tan mal parado. Pero eso no quiere decir que no enfrentemos grandes retos y que no haya mucho trabajo por hacer. El país se encuentra ante la oportunidad de consolidar las reformas económicas para poder competir conforme la situación económica internacional empiece a mejorar. No será un año fácil, pero las cosas podrían estar mucho peor. Aprendamos de las lecciones internacionales para escribir con éxito nuestra propia historia.
EL UNIVERSAL