México requiere un cambio de política ambiental

Hoy la situación del medio ambiente prueba que los jóvenes debemos recobrar los valores de los primeros grupos ambientalistas

Los ochenta marcaron un parteaguas para los movimientos sociales en el mundo; en la época comenzaban a adquirir más eco los grupos ambientalistas. La caída del sistema económico basado en el Estado de bienestar y el principio del modelo capitalista de corte neoliberal fue el punto nodal sobre las discusiones y preocupaciones de estos movimientos.
El Estado capitalista en su máxima expresión comenzaba un periodo de extensa explotación sobre los recursos naturales a cambio de incrementar el capital. En la televisión los programas transmitían el estilo de vida americano (the american way of life), el consumismo se sobreponía como su máxima expresión, sin embargo, a lo largo de casi cuarenta años de la entrada del neoliberalismo, no se ha acabado de comprender que los recursos actuales no son suficientes para satisfacer las ambiciones de unos cuantos.
México, lejos de comprender esta premisa, ha abandonado esos movimientos ambientalistas. Por un lado, las instituciones públicas encargadas de salvaguardar la integridad de los ecosistemas se han convertido en fieles subastadores del sistema económico. A lo largo y ancho del país se vende el uso de nuestros recursos, con el pretexto del impulso turístico y el crecimiento económico. Pero, ¿turismo para quiénes y a qué costo? ¿Cómo podemos hablar de crecimiento económico si los pronósticos de las tasas de crecimiento para México son bajas y la pobreza aumenta?
México más que nunca, necesita saber que el futuro es hoy, que los problemas ambientales no se solucionan con grandes acuerdos como el de París o con planes y programas, requieren acciones, no necesitan discursos ni grandes promesas de cambio, necesitan recursos económicos, mayores restricciones para las transnacionales y, por supuesto, de la conciencia de cada uno de nosotros sobre nuestro entorno.
En los ochenta, los movimientos ambientalistas detonaron su influencia, y hasta en el televisor durante los noventa; el capitán planeta, con el que por cierto, las generaciones de la época crecimos de la mano, exhibía los atropellos de la clase capitalista y ponía de manifiesto la conciencia que los jóvenes debíamos adquirir sobre nuestro entorno para crecer en un ambiente sano y en armonía con la naturaleza.
A casi cuarenta años, el mensaje del capitán planeta no pierde razón, la diferencia es que el futuro es hoy, el cambio climático, el deshielo de los polos, la desertificación de los bosques y selvas, la pérdida de la biodiversidad, son realidades que ya están presentes, y demuestran que los jóvenes debemos recobrar los valores de los primeros grupos ambientalistas de impedir que unos cuantos exploten y acaben con el planeta, de criticar las decisiones gubernamentales, ya que afuera se comprometen a combatir el cambio climático y hacer de México un país más resiliente y lo primero que hacen es recortar el presupuesto al medio ambiente, pero sobre todo, de ser críticos con propuestas, de asumir nuestro compromiso con el medio ambiente y despertar en cada uno de nosotros ese sentido de responsabilidad y conciencia sustentable.
Desde mi posición, me he encomendado un objetivo claro: poner a discusión en cualquier espacio de la política mexicana el tema del medio ambiente y el desarrollo sustentable. Como joven me he dedicado más de 15 años a denunciar los atropellos gubernamentales sobre nuestro patrimonio natural, pero hoy, como diputado federal, desde esta nueva trinchera, estoy trabajando con conciencia, llevando las ideas de los jóvenes a las arenas de discusión del Congreso. “Jóvenes por la sustentabilidad”, un proyecto de jóvenes de distintas universidades del país, tiene voz y suena con más fuerza que nunca; seguiré trabajando para que su ideas sean escuchadas y este tema de vital importancia para todas y todos no deje de ser parte de la agenda pública gubernamental y social, por que el futuro es hoy.

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