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México no puede esperar…

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México no puede esperar…

Pido la palabra

  • México no puede esperar más; ya se necesita gente involucrada y comprometida en hablar con esa verdad

México, más bien los mexicanos, ya no podemos esperar, ya han sido muchos años de estar esperando que los actos de Gobierno no lleven un halo de sospechosismo; no podemos esperar más a que los liderazgos se resuelvan a la luz de servir o dejar de servir al sistema; definitivamente no podemos esperar a que la inactividad de los Gobiernos Estatales orille a los particulares a crear sus propias formas de autogobierno, siempre con la violencia por delante; los que han optado por esa forma, se han dado cuenta que los gobiernos siempre doblan las manos con tal de desactivar el conflicto; mal mensaje para un estado de derecho.

Yo no dudo de que haya habido gobernantes que en alguna ocasión nos hayan hablado, o cuando menos haberlo intentado, hablar con la verdad, pero tantos años de mentiras, o de verdades manipuladas, han influido en nuestro ánimo, que casi siempre nos conduce a “sospechar” de todo lo que huela a “Gobierno”.

Si no lo hacen, enseguida pensamos en la ineptitud o en la corrupción; si lo hacen, los llamamos soberbios, intolerantes, abusivos y prepotentes; pero al final, cualquier cosa que se haga, siempre estará atestada de incredulidad, y nos preguntamos ¿será cierto o solo estamos en presencia de un complot que desvíe nuestra atención a otras cosas?, cosas que si bien pueden ser importantes, por sí solas no eliminan ese mal pensamiento del advenimiento de un mal mayor.

Tan solo en el tema de los conflictos municipales o de sectores de la población específicos, es sumamente difícil creer que sus acciones hayan surgido por generación espontánea, como tampoco estoy convencido que para tener un control de daños sea necesario legitimarse a través de acceder en todo lo solicitado con el solo fin de desactivar el conflicto, pues, desde mi perspectiva, solo se está legitimando la violencia en aras de conservar una imagen de estadista que dista mucho de tenerse.

México no puede esperar más; ya se necesita gente involucrada y comprometida en hablar con esa verdad, tan dura como indispensable, pero al final estaremos frente de ese espécimen raro llamado “verdad”, llana y simple.

Recuperar la confianza no es por simple decreto, no consiste en solo escuchar al lobo feroz pretendiendo comportarse como caperucita; se necesita demostrar con cada acto de gobierno que se está actuando de buena fe, como forma de vida y no solo como moda sexenal.

Los mexicanos ya no podemos seguir esperando siempre acompañados de soluciones con alcances cortoplacistas, las decisiones deben trascender más allá de la duración de la administración en turno, pero no dejando la mesa tirada, se debe dejar la mesa servida.

Los mexicanos ya no podemos esperar a que los legisladores voten las leyes por convicción como debe ser, y no optando por la docilidad de la línea de la bancada, como pareciere ser.

La verdad sospechosa, como diría Juan Ruiz de Alarcón; pero esa es nuestra verdad hoy día; verdad que hiere por lo lejano de su lógica; verdad que transmuta conductas, pues la gente de buenos deseos se decepciona y termina dejándose arrastrar por la inercia del atole con el dedo.

Que si el debido proceso, que si la acumulación de gases, que si el lavado de dinero, que si las orejas grandes de los muertos, que si nuestros adversarios, ¡uff¡, tantas y tantas verdades con tufo de especulaciones.

Según las noticias que se leen a diario, muchos mexicanos se cansaron de esperar, en muchos municipios de la República las autoridades han sido rebasadas, la policía comunitaria en algunos Estados es prueba fehaciente de esta afirmación.

Pero no debería ser ese el resultado de la incredulidad y de la desconfianza; preferible exigir a los tres Poderes el cumplimiento preciso de las funciones encomendadas, antes que tomar el ejercicio de la Ley en sus manos, prohibido Constitucionalmente, aún y con todas las autorizaciones o legitimaciones que gobernantes insensatos puedan otorgar para llevar la fiesta en paz, sin darse cuenta que esa fiesta estará en paz solo en el caso de que no haya una mano que esté moviendo dicha cuna, de lo contrario la fiesta se convertirá en aquelarre.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está