México parece un país enfrentado a una clase política corrupta y sin esperanzas a sólo una año de las elecciones de 2018. Quizá, ese marco sirva para dar paso a una personalidad histórica que pudiera sacudir a un país, donde la carrera por ser el gobernante más corrupto hace años parece haber comenzado. Como el presidente Donald Trump, fruto de la coyuntura histórica, México podría tener la suya en las próximas elecciones presidenciales.
La reciente captura en Guatemala del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, sólo es un chivo expiatorio frente a la descomposición de un Estado Nación; el cual exige disolverse para volver a refundarse, frente a la corrupción y la penetración del crimen organizado de sus instituciones. La atención de todos los males que aquejan a México hoy será distraída hacia el sur y seguramente pasarán muchos meses antes que Duarte pueda ser extraditado al país, tiempo suficiente para que un día, la prensa nos comunique que Duarte murió de una enfermedad o en un accidente, para evitar que pueda hablar; porque en el fondo todos sabemos que Duarte no se hizo sólo.
El 2018 parece estar cubierto de lodo producto de la corrupción, el tráfico de influencias y la penetración del Estado por el crimen organizado. Será difícil que algún partido se pueda librar del veredicto de los ciudadanos frente a las urnas, aunque quizá antes de que este hecho se produzca los ciudadanos hayan decidido darle la espalda a la vía electoral, como medio democrático para acceder al poder político, por considerar que está monopolizado por la misma clase política que ha hecho de la democracia en México una forma de vida y del poder, el mejor medio para amasar riqueza a nombre de los mexicanos y, sobre todo, de los más pobre.
No se puede ni siquiera señalar que algunos de los partidos están libres de culpa, en todo ellos hay alguien que desde el poder a transgredió las leyes y la confianza de los ciudadanos, poniendo en entredicho a su partido, las causas que dicen defender y la ética de su militancia. Gobernadores de Veracruz, Guerrero, Quintana Roo, Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Nuevo León, Sonora, Michoacán, Coahuila, Ciudad de México, entre otros Estados de la Federación, han faltado a la ética, a la moral, a las instituciones del Estado mexicano y han traicionado la confianza de los ciudadanos.
Sin mencionar a líderes políticos y gremiales, los cuales han sido señalados por corruptos. Basta mencionar a Elba Esther Gordillo, ex dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE); Carlos Romero Deschamps, líder del Sindicato Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM); Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari; Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública (SSP), entre otros.
Entre los ex gobernadores destacan los casos de Mario Villanueva Madrid, ex gobernador de Quintana Roo, extraditado a los Estados Unidos por nexos con el narcotráfico, a Andrés Granier Melo, ex gobernador de Tabasco; Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas; Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila; Fidel Herrera, ex gobernador de Veracruz; Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México; Luis Armando Reynoso Femat, ex gobernador de Aguascalientes; Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz; Guillermo Padrés, ex gobernador de Sonora; Tomás Yarrington Ruvalcaba, Eugenio Hernández y Egidio Torres Cantú ex gobernadores de Tamaulipas; Roberto Borge, de Quintana Roo; César Duarte, ex gobernador de Chihuahua; Ángel Aguirre, ex gobernador de Guerrero; José Murat y Ulises Ruíz ex gobernadores de Oaxaca; Fausto Vallejo, ex gobernador de Michoacán; Miguel Alonso Reyes, ex gobernador de Zacatecas; Juan Sabines ex gobernador de Chiapas; Rodrigo Medina, ex gobernador de Nuevo León; Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México; Emilio González, ex gobernador de Jalisco; Marcelo Ebrard, ex jefe de gobierno del Distrito Federal, entre otros nombres.
Es una larga lista de hombres y mujeres que han formado parte de la clase política de México, los cuales se han servido del poder para amasar sus fortunas, para hacer a un lado a quienes han estorbado en sus aspiraciones y los cuales se han presentado ante los ciudadanos como sus salvadores, como los gobernantes que cambiarían su suerte y transformación su pobreza en riqueza.
No sobre leer en los medios, sobre todo en las redes sociales, como gobernadores actuales se han jactado de la amistad que mantenían con los ex gobernadores que hoy son señalados por corruptos, por lavar dinero y nexos con el narcotráfico. Es lamentable que quienes gobiernan hoy, gracias al voto de los ciudadanos, no sepan escoger sus amistades y cuando se ha tratado de parecer frente a los reflectores, o sólo por manifestarse, hayan expresado su beneplácito públicamente a quienes han traicionado a los ciudadanos y a México.