Tanto en inmigración, como en cambio climático
Es inevitable que algunos líderes políticos mantengan mejor relación que otros. Y en el caso del papa Francisco, más allá de sus expresivos gestos, hay muchas maneras de analizarlo. Quizá la mejor sea el número de veces que se ha reunido con cada uno y lo que los comunicados posteriores revelan de la calidad de esos encuentros.
La canciller Angela Merkel, con su quinta visita en privado, que realizó ayer, ocupa un lugar privilegiado. La mandataria alemana había solicitado la reunión en una suerte de gira internacional preelectoral. Ya sea como despedida, o como refuerzo. Y han estado 38 minutos, en medio de grandes carcajadas y señales de complicidad, hablando sobre los grandes temas que les unen.
Merkel y el Papa comparten una sensibilidad por encima de la media en temas de refugiados y cambio climático. Ambos han discutido en el Palacio Apostólico sobre este último asunto y ella ha comentado a la salida que es “una pena” que EU haya salido de los acuerdos de París.
Ambos temas se tratarán seguro en el G-20 que se celebrará en julio en Hamburgo y que servirá para aclarar algunas de las diferencias que mantiene Donald Trump con el resto de países occidentales —incluido el Vaticano—. De ello han hablado también con el Pontífice y con el secretario de Estado, Pietro Parolin, con quien se ha visto posteriormente.
En el comunicado del Vaticano se ha resumido así la reunión: “Se han tratado temas de interés común, con una consideración particular por la próxima reunión del G-20 en Hamburgo, y se ha convenido en la necesidad de prestar especial atención a la responsabilidad de la comunidad internacional en la lucha contra la pobreza y el hambre, la amenaza global del terrorismo y el cambio climático”. Pero más allá de la agenda, se ha visto a dos mandatarios sonrientes, hablando en alemán al principio y alargando la reunión algo más de lo normal.