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Mente en blanco…

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Desde el momento en que veo que la impunidad está ganando la batalla mi cerebro se niega a reaccionar, pues en su infinita ingenuidad no alcanza a comprender en qué momento perdimos la cordura y se invirtieron los papeles protagónicos de nuestras vidas.

Delincuentes que se vuelven policías; policías que se convierten en delincuentes; una mezcla de ambos que, arrepentidos, pretenden redimirse y piensan que con culpar a alguien ya tienen ganado el cielo y el perdón de los humanos.

Estudiantes que no estudian pero que se sienten con la suficiente autoridad para exigir administrar todo un emporio educativo, cuando apenas si logran controlar sus hormonas, y por ello, mal encauzadas. Esta parábola me recuerda a los ignorantes del deporte a los que tercamente se les sigue encomendando esa función antideportiva.

Vándalos que demuestran mayor educación que las “ladies” y “gentleman” de alguna colonia VIP, estos últimos, ejemplo y a la vez instructores de las fuerzas básicas de la estulticia y la mediocridad, al permitir exceso de libertades por su ausencia de atención familiar.

Mi mente está saturada de nada que no sea perderme en la vaguedad que todo lo alivia y confunde a la vez; lo alivia, porque nos evita seguir pensando en ese precioso legado generacional llamado “corrupción”; lo confunde, porque mi silencio también puede ser una especie de esa corrupción anti relajante.

Los papeles se han invertido, los patos les tiran a las escopetas, algunas ocasiones con mucha razón y argumentos de sobra, en tales casos, lo más conveniente es apoyar; pero en otras ocasiones, esos patos llevaban mucha cola que les impide levantar el vuelo, cola impregnada de necedades, de caprichos y sobre todo de intereses ajenos a los auténticamente sociales.

Para escribir esta nota me esfuerzo en encontrar algún tema que sea de interés y que se refiera a cosas agradables de nuestra contemporánea vida, pero por más esfuerzos que hago, solo llegan a mi mente fosas clandestinas con muertos anónimos que al final irán a parar a otra fosa igual de común que en la que fueron encontrados; impunidad de servidores públicos que se desaparecen del planeta como por arte de magia y con ello evaden “fácilmente” a la justicia, aunque después se convierten en el top ten de las redes sociales y hasta sacan sus propios videos para enseñarnos la vida de dispendio que llevan.

México es un país en donde “hacemos para pensar” y “no pensamos para hacer”, metemos la pata y al fin y al cabo que las consecuencias las  pague otro, “Dios mío hágase tu voluntad en los bueyes de mis vecinos”; en los Municipios se despide y se despedirá a personal disque para implementar “nuevos proyectos”, despidos que cuestan al pueblo millones de pesos, y es en esos momentos en donde los responsables directos ni siquiera sufren ni se acongojan, pues el dinero para pagar no saldrá de su bolsillo, Presidentes municipales que hacen caravana con sombrero ajeno.

Pues nada, se me acabó el tiempo y no me llegó a mi mente ningún tema de amor y ternura para poder comentarles; la candidez también está perdiendo terreno; lo mejor es refugiarnos en nuestra nube particular y desde las alturas pensar que en la tierra no está pasando nada.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

MIGUEL ROSALES PÉREZ