Mecha corta, mecha roja

Por ahí la sabiduría popular dicta “explicación no pedida… culpabilidad aceptada”.

La que se notó que es de mecha corta desde un inicio, para no utilizar ese término tan arcaico y tan falto de clase que usaban en el pueblo “argüendero”, es la diputada becada por el Grupo Universidad. La que seguramente se ganó su curul, por sus grandes méritos en la gestión cultural, donde sólo ha buscado beneficiar a sus amigos, quedando bien con sombrero ajeno, porque de gestora le ha quedado a deber a muchos.

 

La diputada del copete rojo, esa que se asoma en las conferencias de prensa sólo para “encenderse” y despotricar, no tiene mucho que aportarle al, cada vez más alejado de la realidad y de la verdad, presidente de la junta de gobierno Ricardo Baptista González, más que conflictos y lamentables declaraciones que en varias ocasiones nadie ha pedido.

 

Por ahí la sabiduría popular dicta “explicación no pedida… culpabilidad aceptada”, y casualmente los momentos en los que la mecha se ha encendido y ha explotado ha sido cuando se habla de la ausencia de diputados en comisiones y del poco trabajo que tuvieron los morenistas en el primer periodo de sesiones de la 64 Legislatura”.

 

Corina Martínez, la diputada que intentó treparse al tema de la delincuencia de la que fue víctima la editorial Elementum, sin recordar que su propia familia casi provoca en su momento, que dicha casa editorial  (que a diferencia de ciertos diputados sí aporta y mucho a la sociedad) cerrara para siempre, es la misma diputada que tira la piedra y esconde la mano, la que se envalentona con las masas pero se acobarda estando sola, la que carece de argumentos y aun así opina sin conocer los temas.

 

Así sucedió cuando la legislatura fue reprobada por “Artículo 39” en donde se encuentra gente verdaderamente preparada (no de esas que por pagos de favores consiguen un espacio laboral, apelando siempre a su patrón de alas truncas), y que la diputada intentó desprestigiar haciendo alarde “casi influyentismo” de que conocía al mejor licenciado en derecho legislativo, se le prendió la mecha y casi le explota.

 

La diputada que aseveró: “¡No ponga palabras en mi boca!” es la misma que, sin haberle pedido explicación y olvidándose de que estaba en una conferencia de prensa y no en una sesión, pidió la palabra “por alusión” según dijo, para decir que al igual que como lo había expresado la diputada Jajaira Aceves Calva, en su comisión (Cultura) también había ausencia de trabajo, es decir que las cosas no están funcionando como en su momento lo expresó Ricardo Baptista González.

 

Se prendió la diputada, y aunque Baptista González, es buen predicador pero sin congruencia en las acciones debería comenzar también la diputada, a aprender (aunque no lo ponga en práctica) que el que se enoja pierde, que su gesticulación debe ser prudente para no evidenciar que le molesta que hablen mal de su jefe en la tribuna, que le molesta que le tomen fotografías, que la graben, que la prensa cuestione y haga su trabajo, ya que sólo refleja que hay mucho que descubrir.

Será inolvidable la forma en que su mechón rojo se asomaba entre los muros tras bandera para gritar “¡Fuera Julio Valera!” y regresar a la protección que en ese momento de tensión le procuraba el muro en el Congreso, y también será inolvidable la canción religiosa que cantó en la máxima tribuna, la diputada “más productiva, más crítica y la que no se trepa a los temas de los que tiene oportunidad”, ¡ah! y también la que le niega el apoyo a los artistas y organizaciones culturales, a menos que sean sus amigos o recomendados por su santo patrón de alas truncas.

Related posts