Más que elección, será un plebiscito

Conciencia Ciudadana
    •    En política e historia las coincidencias no existen, siendo ciertas circunstancias, relaciones y condiciones sociales, económicas y políticas las que vuelven a repetirse causando efectos similares en una época o en otra


El proceso electoral que está a punto de culminar tiene características inéditas frente a cualquier experiencia del pasado. Tal vez solo puede compararse con aquella donde Francisco I. Madero triunfó en las segundas elecciones a las que se presentó tras de haber sido despojado en una primera por un fraude electoral maquinado por Porfirio Díaz; quien tras una fulgurante rebelión democrática, se vio obligado a desterrarse. Legalista como era, Madero prefirió que un gobierno provisional tomara el mando y llamara a nuevas elecciones las que, como eran de esperarse, le dieron nuevamente el triunfo aunque ya de manera avasalladora, sepultando a las fuerzas conservadoras que pugnaban por mantenerse en el poder sin la presencia de Díaz; pues el pueblo concurrió en tropel a las urnas dándole el triunfo al persistente y heroico luchador democrático.
En política e historia las coincidencias no existen, siendo ciertas circunstancias, relaciones y condiciones sociales, económicas y políticas las que vuelven a repetirse causando efectos similares en una época o en otra.
En México, la concentración del poder político, resulta de  la persistencia de una cultura de concentración de poder y de  relaciones  y estructuras sociales injustas que no ha podido ser superadas desde nuestra independencia,  pese a las  cíclicas luchas del pueblo mexicano  empeñado en conquistar el lugar que se merece en el concierto de la humanidad; más allá de los límites que históricamente  le han asignado quienes lo ven sólo como un coto más al servicio de los poderes que se han repartido el planeta desde la primer conquista europea hasta nuestros días.
Siguiendo ese hilo explicativo y situándonos en el momento y las circunstancias presentes, el escenario electoral cobra un sentido distinto al que lo ve sólo como un pleito entre candidatos o grupos políticos deseosos de alcanzar los cargos públicos en disputa a fin de continuar presentes en la vida pública. No queremos decir con eso que sus ambiciones personales no juegan un papel importante; sino que más allá de ellos,  lo que se está jugando en la elección actual; más allá de su futuro político, es el futuro mismo de la sociedad mexicana entera.
Sucede y no se explica, o por lo menos se comenta poco, la razón por la cual el candidato de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, cuenta con casi el 50% de las preferencias electorales; cuando sus más cercanos adversarios ni juntos pueden ya alcanzarlo. Cierto es que una gran parte de la sociedad mexicana ha encontrado en AMLO al líder esperado; pero sí así ha sido , es porque la sociedad misma cayó en la cuenta que solo con un viraje de 180 grados podría enfrentar el desastre de quienes la gobernaron durante más de 30 años bajo las siglas del PRI o el PAN.
No olvidemos que esos partidos han sido hasta la fecha los más ardientes defensores de las políticas neoliberales impuestos desde el exterior a los gobiernos mexicanos durante ya varias décadas, los que pudieron sostenerse persuadiendo de sus beneficios a una buena parte de la población que ahora las repudia debido a sus constantes fracasos y para colmo viendo cómo termina en una ordalía de corrupción, saqueo, entrega de los recursos nacionales y violencia como nunca se había visto desde el siglo XIX.  Para la mayoría de la población tal situación resulta ya insoportable, y si en las tres o cuatro elecciones pasadas las fuerzas neoliberales lograron convencer todavía al electorado mediante las promesas o el miedo; en la elección actual esas estrategias han demostrado su fracaso, al no poder frenar el imparable ascenso del candidato del movimiento de renovación nacional hacia la presidencia de la república.
Sin embargo, el problema para que el resultado esperado se haga realidad, se encuentra en la abierta resistencia del estrecho círculo político y empresarial que pretende impedir su derrota mediante el uso de la fuerza sin reconocer que debe hacerse a un lado por elemental prudencia. Al sentirse perdidos, muchos de ellos están recurriendo al autoritarismo y preparando sus tradicionales instrumentos de fraude electoral, como si lo que se viene encima en estos momentos fuera solamente tan sólo una escaramuza más que puedan resolver igual que en el pasado sin entender que, más que unas elecciones, las votaciones del primero de julio serán un plebiscito electoral donde los votantes resolverán, en concreto, si el régimen actual sigue o concluye para siempre.
Desafortunadamente, el ADN de los políticos costumbristas (y también de los ciudadanos costumbristas) no parece cambiar; pues mientras se distraen con el pleito electoral, pierden de vista lo que verdaderamente está en juego. En cambio, quienes temen que su poder pueda terminar a partir de los resultados esperados, sí están atentos, y mientras la conciencia ciudadana se entretiene con el show mediático, ellos acicatean a la alianza PRI, PAN y demás partidos satélites para aprobar  leyes y reglamentos al por mayor a fin de concluir las privatizaciones  en lo que resta de este sexenio; asegurando la impunidad legal de sus delitos;  desaparecer información comprometedora y hasta despojar a la sociedad mexicana del agua, último recurso estratégico que le quedaba para su supervivencia física y su independencia como nación.
Eso es, pues, lo que está en juego en estas elecciones, aunque debido al oportunismo político o el miedo a  ser señalados  como aves de mal agüero, castro chavistas o terroristas, los pocos candidatos conscientes de lo que sucede prefieren  darle la vuelta al asunto, optando por prometer a diestra y siniestra servicios, dádivas o beneficios por el  temor a perder votos si  alertan a la ciudadanía de la responsabilidad que tiene para ir a la urna frente a una “mafia de poder”, que sí está dispuesta a utilizar sus viejas fórmulas  a fin de no ceder un ápice de su poder.  
    Gracias a que no fue beneficiada con ninguna jugosa candidatura que la obligue  a actuar  como esos candidatos, esta Conciencia Ciudadana puede expresarse con la libertad que le permite hablar sin tapujos a sus numerosos lectores; y a diferencia de quienes consideran que es mejor no hacerle cosquillas al tigre, nosotros preferimos recomendar la fórmula de Winston Churchill al ofrecer  a sus  electores “sangre, sudor y lágrimas” como único remedio  para defender su libertad de la amenaza del fascismo hitleriano, antes que dorarles la píldora.   
Desde luego, deseamos fervientemente que el proceso electoral transcurra en paz y armonía; sin embargo, y debido a que lo que está en juego no es simplemente un cambio de gobernantes, no podemos menos que alertar a la ciudadanía a mantener no sólo su entusiasmo actual, sino acrecentar la firmeza, el valor y la prudencia necesarias durante los días que restan de hoy a la elección; alertas a las posibles marrullerías de quienes sienten perdidos sus intereses ilegítimos. Suena feo, pero como dice el tango de Gardel, es mejor que no demos por descontado que “mientras el músculo duerme, la ambición trabaja” en estos los más trepidantes y decisivos días de los que se tenga memoria en muchos años y no pensar que todo lo que sigue es chatear y cantar rancheras.  
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS.  

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