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FAMILIA POLÍTICA

“Se puede enseñar filosofía, pero no a filosofar,
ya que ésta es una actividad libre de la razón
sobre las profundidades del conocimiento
 del Ser, del Ente y de las cosas.”
        Immanuel Kant.

La semana pasada, hablé de Filosofía ante un imperativo categórico que surgió de un sueño, aunque sin perder la consciencia de que los sueños, sueños son, si hemos de creer en Calderón de la Barca. Hablar de Filosofía antigua es un tema para mí fascinante, aunque no menos que el desarrollo del pensamiento universal en las siguientes etapas de la Historia de las Doctrinas Filosóficas.
Platón fue un idealista, un profundo metafísico, un poeta… pero el saber de su tiempo aún se encontraba en una etapa desordenada; esto es, la Matemática, la Astronomía, la Biología, la Física, la Retórica y otras disciplinas, formaban parte del gran todo bajo el nombre de Filosofía.
Fue Aristóteles (ya lo hemos dicho) un gran sistematizador; el enciclopedista que dio orden a ese impresionante universo, al clasificar las disciplinas por su objeto de estudio, su metodología de aprendizaje, su campo de estudio… Así nacieron las ciencias. Cada una reafirma permanentemente su propia identidad aún en nuestros días.
El Estagirita fue creador de la Lógica formal como instrumento de la cultura; en la actualidad muchos investigadores consideran que el silogismo está pasado de moda, sin embargo, no se pueden ignorar sus leyes fundamentales.
En materia filosófica, la Edad Media tiene la tristísima fama de considerarse una época de oscurantismo y decadencia; a mi parecer, no es así. Perseguidas por la barbarie, las ciencias y las artes se refugiaron en los monasterios; así, buena parte de la inmensa sabiduría clásica logró preservarse. En la novela de Umberto Eco, “El Nombre de la Rosa”, se advierte este mágico y singular proceso. Los monjes, entre tétricos cantos gregorianos, entretejen intrigas en los conventos para salvar las obras más preciadas que la antigüedad dejó como legado a la humanidad de todos los tiempos. Santo Tomás y San Agustín son los representantes máximos de la Filosofía medieval, lógicamente el centro de su pensamiento es Cristo, pero no pueden librarse de la influencia de Platón y de Aristóteles.
Quienes nacimos y nos formamos en los estereotipos de la religión judaico-cristiana, no podemos evitar el dogma como método para aceptar sin cuestionar las grandes “verdades” religiosas y metafísicas que nos heredaron las generaciones anteriores (en el caso de los mexicanos, por una rama europea y otra indígena). La duda es enemiga natural del dogma; la duda, dirían los miembros de la Santa Inquisición, es el mejor camino para llegar al infierno.
Así como en la Filosofía antigua, Aristóteles enseña a buscar la verdad; en la época moderna, otro genera instrucciones para aprender a dudar.  Él mismo nutrió su pensamiento en el valor de la duda. Dudaba de todo: de la existencia de Dios, de la verdad en las matemáticas, de los procesos metodológicos en las ciencias naturales; en fin… Creó un método para dotar de fundamentos a sus interrogantes. Así nació la Duda Metódica del francés René Descartes. Decía: “Puedo dudar de todo; pero al dudar pienso y si pienso, no puedo dudar de que existo”; de dónde surgió la popular frase cartesiana: “Pienso, luego, existo” (pienso, por lo tanto, existo).
Los llamados filósofos enciclopedistas (Rousseau, Voltaire, Montesquieu) no se quedaron en la simple elucubración, ni en la contemplación idealista del mundo. La acción que se desprendía de sus valores (libertad, igualdad, fraternidad), los llevó a la orientación ideológica de la Revolución Francesa.
Más cercanos a nuestro tiempo, tenemos que hablar del español José Ortega y Gasset, quien escribió La Rebelión de las Masas y acuñó la magnífica frase “El hombre es él y su circunstancia”. Acerca de esta aseveración, se pueden escribir cientos de tratados para desentrañar las diferentes interpretaciones que pueden darse a su contenido en los campos de la Filosofía, la Sociología, la Política…
Federico Nietzsche, involuntario padre ideológico del nazismo; su pensamiento es radical, agresivo, directo… Concibe la noción de Super Hombre, de Humano demasiado Humano y lo que algunos consideran su máxima creación: Así hablaba Zaratustra.
El inglés Bertrand Russell, además de su universal tratado Los Principios de las Matemáticas, escribió su monumental obra La Sabiduría de Occidente, en la cual recorre el devenir de esta hermosa disciplina, desde los presocráticos hasta nuestros días. Murió casi a los cien años de edad; a los noventa y ocho, aún encabezaba manifestaciones.
Jean Paul Sartre tremoló la bandera del Existencialismo, también llamada Filosofía de la Decadencia, o Filosofía de la Posguerra. Sartre aconsejaba: “Antes de exigir la libertad, debemos estar preparados para ella”, de todas maneras “el hombre está condenado a la libertad”. En su ensayo El Existencialismo es un Humanismo, de manera fría fundamenta la naturaleza atea de su pensamiento y afirma: “Debemos vivir hoy, el pasado ya no existe y el mañana no ha llegado todavía”.
En este rápido recorrido, seguramente no existen lagunas, sino enormes océanos que no se pueden cubrir ni en los tratados más exhaustivos. Espero que alguna inquietud despierte en cualquiera de mis escasos, pero selectos lectores.

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