Ixmiquilpan
A pesar de una enfermedad terminal que padeció durante cuatro años, no dejó de luchar, a diario compartía los avances de su enfermedad en las redes sociales; hacía colectas para ayudar a semejantes con el mismo problema
“Quiero disfrutar mi vida a lo grande”, escribió en agosto de este año, cuando le informaron que el cáncer, esa terrible enfermedad había invadido su pulmón derecho y el hígado. Había poco que hacer. Fue la primera caída, reconoció. Pero, dijo, enfrentaría el destino con determinación. Hace cuatro años, le amputaron la pierna derecha, había dado a luz a su único hijo, Santiago Tezmayes Reyes.
Marina Reyes de la Cruz enfrentó como nadie, hasta en su último aliento, al cáncer terminal que padeció durante cuatro años. Una guerrera, desafió a la enfermedad, con optimismo y una profunda alegría, que finalmente apagó su existencia el pasado jueves 17, de este frío mes de noviembre.
Así la recuerdan amigos y familiares: Diferente, desafiante, sin lugar a las medias tintas, creadora de una vida que debía reinventar día con día, su historia se hizo no sólo de ella y sus cercanos, sino de muchos.
En sus redes sociales mostraba siempre a la mujer, la madre, la esposa, diferente siempre, pero jamás decaída o desanimada.
Rebelde, presumió su vida, así como la concibió, llena de retos, la falta de su pierna no fue impedimento para ser feliz, se mostró tal cual era, compartió con el público el progreso de su enfermedad, a la vez que buscó ayuda para solventar los medicamentos y médicos.
Es una historia de amor hermosa la que viví con ella, afirma su esposo, Pedro Alberto Tezmayes Olguín, con quien contrajo nupcias recientemente cuando la enfermedad ya había avanzado considerablemente.
Lo que su esposo quiere, es que se conozca su historia, la forma en que ayudó incluso a otras personas que también padecen cáncer, las colectas no sólo eran para ella, las compartió con otros más.
La historia de amor, no se limitó a la vida de familia, sino al propio, que la hizo ser una mujer diferente para enfrentarse a lo que era inminente, la muerte, a la que durante cuatro años la confrontó, sobrepuso y desafió.
“El cáncer ya invadió completamente mi pulmón derecho y mi hígado en esos momentos no supe qué hacer, quería gritar, pero debido a la falta de aire no pude. Tengo algo dañado el corazón ya que también tengo un corazón taquicárdico.
Al escuchar hablar a la doctora y que de sus labios saliera la palabra, “haremos todo lo posible, tu sistema se está defendiendo, es increíble pero ya no tienes pulmón ni hígado”.
Si en oncología te dicen que no hay nada que hacer y si es tu decisión dejarlo libre la evolución lo respetamos o la otra seria sedarte”, compartió el 31 de agosto.
Continuó: “En esos momentos pasó por mi cabeza, todo lo vivido mi niñez, mi infancia, mi adolescencia y me pregunté, en qué momento pasó todo esto Dios.
“Me vino a la mente a mi hijo, no es posible que lo deje así, no sabía qué hacer, lo único que hice, fue llorar y llorar, no pude más, la guerrera tuvo la primer caída, así como Jesús en su calvario”.
“Sólo me queda decir y agradecer a todos por estar al pendiente de mí y decirles, que pase lo que pase quiero disfrutar mi vida a lo grande, salir, divertirme. Sé que necesitaré oxígeno, pero ya veré como lo arreglo, sólo quiero disfrutar”.
La historia de amor por la vida de Marina Reyes de la Cruz, es una historia que debe compartirse, porque ayudará a más personas que enfrentan a enfermedades tan terribles, reconocen su esposo y amigos.