Maestro

Maestro
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PEDAZOS DE VIDA

Cojeando del pie derecho, haciendo reverencias más estrictas que en la misma iglesia, andrajoso y pestilente, se acerca a las personas, les pide dinero a cambio de nada, buscando la compasión que solo puede generar una persona tan desgraciada, cuyos ojos parecen implorar por la existencia de un día más en una vida que podría ya no ser.

Hace tiempo que ha tenido que dejar de usar la voz para lograr que la gente convierta su compasión en dinero que deposita en manos del infeliz, del indigente cuya pena se hace evidente en sus ojos llorosos. Otras veces no falta quien le da algo para comer, incluso, quien le deja el pan del almuerzo con tal de ser generoso con un hombre que refleja un poco de resiliencia dentro de su desafortunada existencia.

Su caminar es lento, su respiración pausada, a momentos le da por toser, no fuma ni lleva drogas, no es el lugar ni el momento, lo único que quiere es tener dinero para garantizar una buena noche y quizá unos buenos días posteriores, así la miserable vida de un personaje que camina en ciudades diferentes, a las que descifra para poder tener éxito, alguien que hace tiempo ha surgido para mantener a otro, al maestro.  

Hace años que fue condenado por su familia, le dijeron que ser artista no le dejaría nada bueno, que se iba a morir de hambre, que su vida iba ser tan miserable con una carrera como esa; sin embargo, no hizo caso, dijo que sería el mejor, que lograría sus sueños, que algún día les callaría la boca con una presentación en el teatro más grande del mundo. 

¡Yo no soy un estafador! Hermano, estás ante un actor, yo no pido dinero en la calle, la gente me lo da, me lo da creyendo que soy el personaje, ¿qué hace un actor sino cobrar por su actuación?…

No tengo que entrar en detalles, no tengo que decir que en aquel antro de la zona costera,  no pagamos una sola bebida, que supo cómo obtenerlas gratis, y debo confesar que al otro día,  ví  como trabaja en el escenario llamado mundo,  sin restricción de asientos, con el dolor actuado en sus ojos, con su caminar de tristeza, caracterizado de la persona más miserable del mundo, mientras por dentro disfrutaba del papel, y aunque no había aplausos, las monedas y la forma en que la gente interactuaba con él era un bálsamo para su realización profesional y también para su estabilidad económica. El  maestro no morirá de hambre.

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