La escena es una de las múltiples halladas en el perímetro de 200 mil metros cuadrados en los que acaeció el desastre natural.
Testimonios de la tragedia del pueblo de Lajia, en la provincia china de Qinghai, son sus propios habitantes, los mismos que murieron y quedaron petrificados en torno al año 2,000 a.C. tras una tragedia por partida doble.
Hace unos 4 mil años un terremoto desató el desborde del Huang He o Río Amarillo -el sexto caudal más largo de la tierra-, sepultando a los habitantes de la región y preservando su tragedia hasta nuestros días.
Múltiples esqueletos en la zona arqueológica de Lajia dan constancia de la desesperación en la que se encontraron los residentes ante el inevitable desastre. Grupos de personas sujetadas mutuamente, otras con los brazos tendidos hacia el frente, como queriendo frenar la corriente que se les avecinó, se pueden observar en el sitio hallado hace 15 años que ahora puede ser visitado por turistas.
Pero hay un par de restos humanos que son capaces de inducir a las lágrimas a los visitantes, de acuerdo con el portal chino People’s Daily Online. Se trata de una madre de rodillas abrazando a su hijo de cuatro años -de acuerdo con los peritajes arqueológicos-, tratando de protegerlo de la inminencia.