Un tecnócrata con un fingido cambio de piel
Aumento del déficit, regreso al pago en cuotas y publicidad de los logros marcan un giro para salir del bache
Es la Argentina en modo sierra, con elecciones cada dos años, que suele describir Eduardo Levy Yeyati, uno de los economistas más escuchados por el Gobierno. Yeyati y otros insisten en que hay que romper ese ciclo (de soltar el gasto para ganar elecciones) algún día para salir de la crisis permanente. Pero todo indica que de momento Macri seguirá la tradición, porque ganar las elecciones es el gran objetivo.
Cristina Fernández de Kirchner utilizó como nadie una herramienta infalible en Argentina: la publicidad política en el intermedio de los partidos de fútbol. En un país donde incluso las abuelas siguen a la selección, esos minutos de oro eran aprovechados para publicar vídeos propagandísticos de la presidenta inaugurando obras. La ex presidenta fue muy criticada por ese abuso. Pero en los últimos meses, con una economía que no remonta tan rápido como se esperaba –a pesar de que ya empieza a tener algunos datos positivos, como la primera reducción leve de la pobreza- mucha gente del entorno de Mauricio Macri le pedía que aprovechara esa posibilidad que le da la ley.
Finalmente lo hizo la semana pasada, pero a su manera. Un anuncio oficial del Gobierno sin relator, solo con el sonido ambiente de las máquinas trabajando en varias autopistas, y con el mensaje de “haciendo lo que hay que hacer” apareció en el partido Argentina-Chile el pasado jueves.
Macri no aparece ni habla, al contrario de lo que pasaba con Kirchner. Pero la estrategia es similar. Es el inicio de una gran campaña para tratar de remontar en las encuestas y enfrentar un año electoral muy complicado, que empieza con las primarias de agosto y acaba en octubre con la renovación de buena parte del Parlamento.
La campaña es solo un símbolo de que Macri ha entendido que en Argentina para ganar hay que usar algunas técnicas muy desarrolladas por el peronismo. El otro elemento fundamental es el gasto público. La tradición en este país, y en la mayoría, indica que los años electorales se dispara el gasto, sube la economía y el peso se revalúa.
Son los impares. Y los años pares, ya después de las elecciones, hay devaluación, baja el gasto público y hay recesión.