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Luchan por mantener viva la tradición del tinacal

En esta ocasión visitamos a Carmelita Ramos Tecomalman , originaria de Singuilucan, municipio que es reconocido todavía como “pulquero” en el estado de Hidalgo, arquitecta de profesión pero tlachiquera de oficio, quién nos abrió las puertas del tinacal “Los Tuzos” para contarnos a pie de maguey, parte de su historia.

“A mí me llamó la atención por mi familia, por  mi abuelo, y también porque al final del día son pocas las mujeres que se dedican a estas labores. A mi me surgió esta curiosidad desde que decían que sólo los hombres podían trabajar el maguey, que sólo ellos podían raspar el maguey y sacar el aguamiel, que sólo ellos podían atender el tinacal, y un día dije – a ver si es cierto-”, dijo la emprendedora del maguey. 

Carmelita, como la conocen todos en el municipio, además de tlachiquera, ha emprendido una importante labor de gestión en su localidad, por lo que es de las fundadoras del “Festival Popular del Maguey” que se realiza el primer fin de semana del mes de febrero, y con el que ha despertado el interés de sus vecinos para regresar al cultivo del maguey y salvar una de las bebidas más representativas de México y de gran importancia antropológica y cultural para el estado de Hidalgo, el pulque.

El pulque contra la cerveza 

“El maguey fue desplazado por la cerveza, aquí se cambiaron plantíos enteros de maguey por cebada, eso ha sido de lo que más ha perjudicado a la industria del maguey, sin embargo a pesar de que un maguey tarda de cuatro a siete años para dar el aguamiel, la verdad es que no sólo se ocupa para producir pulque. Del maguey se saca el ixtle que sirve para hacer ropa, se obtienen pencas para barbacoa, también se saca el mixiote, y se tienen mesotes para combustión, el huevito del maguey se come”, explica Ramos Tecomalman, sin contar las flores que se comen y los gusanos de maguey y chinicuiles que también son comestibles. 

“A la gente le dijeron que era más productivo sembrar cebada, pero si no hay buen tiempo se pierde la cosecha, y el maguey es más resistente, aguanta el calor, las heladas y las lluvias” y aunque la gente de la región cosecha cebada, no son fabricantes directos de cerveza como sucede con los dueños de los magueyales que sí producen su pulque. Aún así la competencia que representa el consumo de la cerveza termina por pegar a la producción pulquera. 

Sin embargo, cuando se dio la prohibición de la venta de cerveza y otras bebidas alcohólicas por el tema de la contingencia sanitaria provocada por la covid-19, el consumo de pulque incrementó en la región, “nuestra mayor competencia ha sido siempre la cerveza”, reconoce la joven tlachiquera. 

Producción de aguamiel 

De acuerdo con la digna representante del tinacal, un maguey puede llegar a dar hasta 5 mil litros de aguamiel en su vida, todo dependerá de la duración y tamaño de la planta ya que hay magueyes que dan hasta 10 litros por día durante seis u ocho meses mientras que algunos más chicos dan menos de cinco litros por día  durante tres o cuatro meses. 

Ser tlachiquera

Un tlachiquero es aquél que raspa el maguey en busca de aguamiel para convertirlo en pulque, y en este caso ser tlachiquera y además mujer, hicieron que Carmelita Ramos tuviera que aprender sola, sin embargo con mucha observación y con práctica ha logrado posicionarse en el oficio, por lo que anima a otras mujeres para dar continuidad a esta práctica y que no suceda como en otros lugares, en donde con la pérdida de la producción magueyera se perdió la tradición pulquera y lo que conlleva el rito de cultivar el maguey.

“Yo les quiero decir a las mujeres, que no tenemos limitaciones, para mí la prohibición no fue un tope, fue el reto con el que les demostré que podemos hacerlo, que no porqué lo haga una mujer se echa a perder el pulque como decían, al contrario como dice mi abuelo, una mujer le pone más cariño. Entonces las invito a que lo intenten sólo así sabrán si funciona o no, y a las nuevas generaciones los invito a probar el pulque, sean bienvenidos a este tinacal”.