- Derivado de esos conceptos, que a veces se toman como dogma de fe, es que los mexicanos hemos consentido posiciones políticas que, sin estar totalmente de acuerdo con ellas, nos anima la posibilidad de que las expectativas pretendidas “ahora sí se cumplan”
¿Qué es un luchador social?, la pregunta viene a colación en virtud de que en todas las contiendas electorales hay algunos candidatos que se han autonombrado “luchadores sociales”, ¿acaso sabrán el significado de éste concepto?
Veamos cuales son las características que debe tener aquel que aspire a calificarse de esta manera: un luchador social debe ser un incansable y tenaz promotor del derecho que tienen los pobres a poseer un trabajo; a que se respeten sus derechos humanos; ser generador de un verdadero desarrollo dinámico; la filosofía del luchador social debe ser la de un hombre de ideas liberales; ser un político cercano a los principios democráticos; firme defensor de los principios sociales; un permanente promotor de la participación democrática en la toma de decisiones por parte de los militantes de base; debe ser contrario al servilismo desarrollado por líderes corruptos beneficiados por las cúpulas; debe ser un creyente firme y decidido de la justicia social; con capacidad política; experiencia de gobierno; liderazgo social y visión de futuro; pero sobre todo, que sea alguien sensible y comprometido a poner orden en el desorden, contribuyendo a la construcción de un régimen democrático, plural y competitivo.
No creo estar pidiendo muchos requisitos a nuestros actuales candidatos de todos los cargos en contienda, sobre todo a los aprendices de luchadores sociales, pues recordemos que cada sociedad tiene los gobernantes que se merece y por ello estoy convencido que nuestro País no merece tener ni siquiera como representantes a algunos de los que ahora solo calientan los ánimos de sus defraudados ciudadanos.
Debo reconocer que a nivel de política interna en cada uno de los partidos políticos, aunque contados con los dedos, pero si hay candidatos que en mayor o menor grado reúne estos requisitos, pero también existen los oportunistas de siempre, aquellos que deliberadamente formaron sus “organizaciones democráticas”, las que desde luego ellos presiden; crearon sus propios estatutos con la finalidad de eternizarse en el puesto esperando la oportunidad de escalar políticamente con el único propósito de crearse una imagen de líderes y, llegado el momento, se adjudicarán el título de “luchadores sociales”.
En honor a la verdad no interesa mucho la actitud que cada candidato asuma en este respecto, lo que verdaderamente importa es la actitud que cada uno de nosotros, los soberanos electores, tomemos, pues no olvidemos que desde hace algunos sexenios se nos ha venido diciendo que los cambios son para avanzar, para que los mexicanos pobres podamos tener las oportunidades que la historia viviente no nos ha proporcionado, aún y con todo el esfuerzo del día-día.
Derivado de esos conceptos, que a veces se toman como dogma de fe, es que los mexicanos hemos consentido posiciones políticas que, sin estar totalmente de acuerdo con ellas, nos anima la posibilidad de que las expectativas pretendidas “ahora sí se cumplan”; el caso es que, en la mayoría de las veces, dichas expectativas nunca se materializan y terminamos por darnos de golpes en la pared, lamentándonos del engaño al que fuimos sometidos.
Por esa razón, ha llegado el momento de que pongamos a cada cual el saco que le corresponde, hagamos camino al andar, recordemos que la burra no era arisca, así la hicieron los palos, y los mexicanos ya hemos recibido muchos palos a lo largo de nuestra historia, y ningún paliativo a la desgracia.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.