Los virus mutantes

LAGUNA DE VOCES

Me comenta el médico que los bichos que provocan enfermedades respiratorias han mutado, que ni con los antivirales con que se combate el H1N1, ha tenido éxito en el cada vez más abultado número de pacientes que le llegan con tos, dolor de pecho, silbidos como garzas de playa que hacen al respirar y sonidos de catacumbas al momento de sacar los pulmones todos moqueados. Como quien dice hay una especie de Cuarta Transformación en esto de las enfermedades que tiene pensado llevarse al mayor número de cristianos al camposanto.
     Como quiera me entregó la receta y dijo que lo peor ya pasó, que si insisto en la idea de correr por las mañanas, compre un pasamontañas y cruce por la cancha del deportivo con la seguridad que no respiro directamente el aire frío de estas fechas.
     Descubro que la falta de palabra del clima, aunado a la confabulación de los bichos que no dejan de mutar para ponernos en toda nuestra madrecita son aliados desvergonzados de otro elemento aún más diablo: la vejez, ruques, edad de adulto en plenitud de facultades… para marchar al otro mundo.
     Pasada una hora, luego de salir del consultorio y comprar medio kilo de medicinas, todas bien caras, empiezo a preguntarme si el mutante no seré yo porque en menos de diez años me transformé en blanco perfecto de cuanto bicho enfermador se presenta en mi camino.
     Sin darme cuenta o haciéndome el que no se daba cuenta, acabé casi moribundo por un mugre catarro mutante.
     A lo mejor está próximo mi regreso al mundo de los extraterrestres localizado en la galaxia zul3737 a 389 años luz de distancia rumbo norte del universo.
     A lo mejor es la mutación de todos.
     Solo espero que el amor no mute, no se haga invencible a la nostalgia, al recuerdo, a la necesidad del sufrimiento para que amarre el mal del corazón. Solo espero que ninguna medicina acabe con el amor.

Mil gracias, hasta mañana.

Related posts