Diálogo generacional.
“- Oye: ¿Te das cuenta de que ya no hay viejitos?
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Estás equivocado, si hay. Somos nosotros”.
“Ahora ya caminas lento / como perdonando al tiempo… Yo soy tu sangre, mi Viejo. Soy tu silencio y tu tiempo…”. La poesía y la música de Piero, cantautor italo-argentino, cubre con metáforas y notas lo que puede ser una tristísima realidad: el inevitable ocaso de existencias que fueron o pudieron ser, luminosas.
Cada día primero de marzo, para los miembros de mi generación y escasos sobrevivientes de las anteriores, es moralmente obligatorio enviarnos recíprocas felicitaciones por superar, un año más, la sabiduría de los ancestros que esculpieron esta lapidaria sentencia: “enero y febrero, desviejadero”.
La figura arquetípica del anciano (a) se representa patriarcal: de luengas barbas (los varones), mirada bondadosa, sabiduría infinita y tolerancia a toda prueba; aunque también suele identificarse con personajes (literarios o de la vida real) que son auténticos cascarrabias; tal vez no malos, pero sí intolerantes.
La nuestra es una sociedad en transición. Aún quedan resquicios de la familia tradicional, en torno a un matrimonio de toda la vida: hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos se reúnen periódicamente, o por lo menos en significativas conmemoraciones, de acuerdo con las costumbres que heredaron o que libremente adquirieron. En la mayoría de estos casos, el tronco común es objeto de elogios y formales manifestaciones de totémica veneración, aunque la mayoría de los días, se enfrenten a su tristísima realidad.
Los viejos son poco menos que muebles en desuso; estorban en las casas de sus hijos, incrementan con sus achaques la intranquilidad y los gastos de los familiares que “cargan con ellos”; muchos, ni siquiera tienen una pensión que estimule la bondad de sus benefactores.
Además de sus propios problemas los viejos bien nacidos, nunca dejan de ser padres, abuelos, tíos… Hacen suyas las dificultades de su simiente. Sus descendientes, siguen siendo “los niños”, aunque sean adultos, y aún nuevos viejos.
La dinámica social contemporánea, hace del matrimonio una institución en decadencia, efímera unión entre un hombre y una mujer; entre dos hombres o entre dos mujeres. Finalmente, formarán, en su mayoría, familias atípicas, dentro de las cuales, las figuras del padre o de la madre, serían más simbólicas que reales. En el mejor de los casos, los padres biológicos tarde o temprano se ausentarán; en el peor serán partes en perpetuas controversias por la patria potestad o el patrimonio.
Algún cercano amigo preguntó recientemente, dada mi condición de hijo único ¿Te habría gustado tener hermanos? Después de reflexionar (muy poco tiempo, por cierto) contesté convencido: creo que no. En la mayoría de matrimonios que conozco, los hermanos tienen más conflictos entre sí que con los extraños. Hay quienes se alejan y hasta reniegan, de sus padres y de su familia, por ambas ramas. Esto se agrava cuando hay de por medio, caudales hereditarios.
Ser hijo único, tiene desventajas como la soledad, la sobreprotección, la soberbia y la prepotencia que se incuban en una personalidad, con alto grado de inutilidad para resolver problemas prácticos y cotidianos. Lavar, planchar, cocinar… son actividades más difíciles que escribir libros. Por otra parte, la numerosa prole colateral proporciona figuras fraternales supletorias, como los primos. El amor paterno no se comparte; tampoco se dividen las responsabilidades cuando los padres se hacen viejos, las enfermedades se multiplican y la muerte llega. El dolor y las decisiones recaen en una sola persona. Lo repito: duele ser huérfano a cualquier edad. Los viejos se extrañan.
Ser ateo, requiere de una voluntad de hierro; de fuertes convicciones y rígida congruencia. Aunque la razón diga que no hay nada “más allá”, la parte poética del cerebro, exige una oración por los seres amados, por los amigos queridos, por todos aquellos, que murieron pero no se van del todo, aunque se encuentren en tumbas cada vez más solitarias.
Los viejos ya no están físicamente. Sólo quedamos nosotros.
Marzo, 2017.