Los tendederos, el 8 de marzo y las escuelas

Los tendederos, el 8 de marzo y las escuelas

AGENDA EDUCATIVA

Durante mucho tiempo los tendederos se han empleado para colgar la ropa, esas prendas que forman parte de la vida íntima y privada. En 1978, Mónica Mayer (Ciudad de México, 1954), artista, curadora, pedagoga y escritora, recupera estética y políticamente el tendedero como una pieza de performance en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México para abrir un diálogo sobre la violencia de género en el espacio público. Desde ese momento, el resultado de El Tendedero (1978-2023) se ha presentado en diversos países e instituciones. 

Las marchas del 08 de marzo, que conmemoran el día internacional de la mujer, el movimiento #MeToo, sumados a los tendederos que aparecieron en las universidades dan cuenta, en su conjunto, de la violencia de género que reciben las mujeres en diversos espacios y permite entender por qué se exhiben a los agresores y acosadores públicamente en jardines, baños, plazas, bardas de escuelas y de universidades.

Las marchas del 08 de marzo, sobre todo a partir del 2016, dio origen a otros fenómenos sociales como el paro nacional denominado “Un día sin mujeres”, realizado en 2017. En 2019, el movimiento #MeToo mexicano, hizo visible, a través de las redes sociales, “señalamientos contra posibles responsables de acoso y abuso sexual contra mujeres, especialmente en entornos literarios, periodísticos y artísticos” (Corriente Alterna, 25 de noviembre, 2020). Sumado a ello, en 2009 y 2016, respectivamente, se presentaron tendederos en la Universidad Iberoamericana y en la Facultad de Psicología. 

En la Universidad Iberoamericana, Mónica Mayer planteó, vía Facebook, dos preguntas sencillas para evidenciar problemas más profundos: ¿cuáles son las ventajas de ser hombre? ¿Cuáles son las ventajas de ser mujer? Mientras, las estudiantes se encargaron de montar el tendedero. Las respuestas tuvieron un tono binario, más un tono de humor, pero algo faltó, reconoce Mónica Mayer en su blog, Pinto mi raya.

Nuevamente, la experiencia de El Tendero se dio en el marco de una mesa sobre arte feminista en la Facultad de Psicología de la UNAM en 2016. Mónica Mayer escribió en su blog: “Cuando llegué a la facultad, pasé al baño antes que empezara la mesa y me llevé una gran impresión al ver que en cada baño había un botón de emergencia. ¡hasta las ganas de hacer pipí se me quitaron! (…) Al terminar la mesa, el equipo organizador rápidamente montó el Tendedero y las respuestas empezaron a llegar (…) en el inter me enteré que los botones ni siquiera servían y que el día que varias chavas detuvieron a un acosador que se había metido a tomarles fotos en el baño, los encargados de seguridad en la facultad no hicieron nada”.

Una tercera experiencia, quizá la que marca el inicio de la masificación de los tendederos en las escuelas de educación media superior y superior, fue lo que pasó en la Fes Aragón de la UNAM en octubre de 2018. Alumnas presentaron “El tendedero de acoso” donde denunciaron el acoso de profesores y estudiantes de la misma institución (El Universal, 16 de octubre de 2018). La noticia no sólo se volvió nacional, sino que fue la chispa que incendió el bosque. Semanas después, los tendederos se volvieron un espacio de denuncia en una diversidad de escuelas de nivel medio superior y superior, instituciones públicas a lo largo y ancho de la república. 

Todavía queda un largo camino por recorrer en diversas áreas. Es imprescindible implementar políticas públicas efectivas, llevar a cabo procesos de deconstrucción cultural, fomentar la adopción de nuevas formas de masculinidad, desmantelar el arraigado pacto cultural y establecer protocolos de acción claros en las instituciones educativas.

X@cesar_garcia131

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