Los procesos electorales…

PIDO LA PALABRA
Los mexicanos nos estamos olvidando que la democracia no es una moda, que no es solamente una forma de gobierno, que es y sobre todo, un estilo de vida basado en el respeto de la libertad, la dignidad de la persona humana

Desde un punto de vista ontológico, debemos entender a los procesos electorales como la posibilidad real de elegir libremente a aquellos que, desde nuestra perspectiva, nos han ofertado los mejores planes de desarrollo. De tal suerte que nuestra decisión la podemos orientar dentro de las diferentes opciones que nos han presentado los Partidos Políticos.

En México vivimos en una especie de democracia sui generis, donde los electores votamos por un candidato de “nuestro” Partido y del cual nunca se nos consultó si lo queríamos como tal, pero por disciplina institucional nos auto-sujetamos a los designios de las élites partidistas, aunque en muchos casos, esa disciplina es un auténtico costal de intereses mezquinos que estamos protegiendo con la llegada de un sujeto que sabemos protegerá la espalda de la corrupción.

En otros casos, nuestro voto lo damos con el único ánimo de sentir que pertenecemos a un grupo político, aunque de política sepamos un reverendo cacahuate, lo importante es alimentar nuestro sentido de pertenencia, algo así como irle a un equipo de futbol y entregarle nuestra alma, aunque es ese equipo jamás sepan de nuestra existencia.

Los estudiosos de la ciencia política-electoral refieren que para que podamos hablar de una verdadera democracia se requiere existan los siguientes factores: que la sociedad sea libre, que no se encuentre oprimida por un poder político, que no se encuentre dominada por una oligarquía cerrada y que el gobierno exista para el pueblo y no a la inversa. Con el análisis que personalmente hagamos de cada uno de los anteriores elementos, podremos determinar si el sistema en el que nos tocó vivir es una democracia auténtica o simplemente es un simulacro de ella.

Sea lo que sea nuestro régimen político, el hecho es que los procesos electorales cumplen con funciones específicas citadas por los doctrinarios de la materia, tales como: Legitimar el sistema político y del gobierno; también como una expresión de confianza en personas y partidos; representación de opiniones e intereses del electorado; Movilización del electorado en torno a valores sociales, metas y programas políticos, intereses político-partidistas; Canalización de conflictos políticos mediante procedimientos pacíficos, entre otras más.

Los mexicanos nos estamos olvidando que la democracia no es una moda, que no es solamente una forma de gobierno, que es y sobre todo, un estilo de vida basado en el respeto de la libertad, la dignidad de la persona humana.

Así lo refiere nuestra Carta Magna en el artículo 3º, fracción II, inciso a): “…considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”.

Por ello, debemos sostener que los procesos electorales deben abonar a que nuestra democracia se convierta no en el ave pasajera que cruza por el pantano de la corrupción y sale totalmente manchada, sino en la forma de vida en donde los ciudadanos debemos sentar nuestro futuro y el de nuestros hijos. Hoy día la democracia es un fruto que no termina de madurar, y nosotros no terminamos de jugar con nuestro destino.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

 

Related posts