Los primeros psiquiátricos de México

Mochilazo en el tiempo

Las clínicas destinadas al cuidado de personas que tienen alguna enfermedad mental han estado presentes en la Ciudad de México desde la época colonial. El primer interesado en abrir un sitio especializado en lo que hoy conocemos como psiquiatría, fue Fray Bernardino Álvarez, personaje genuinamente altruista del siglo XVI.
En 1566, Álvarez financió y abrió en México, que en ese tiempo era la Nueva España, el primer hospital dedicado al saneamiento mental en todo el continente americano -y uno de los primeros en el mundo- que llevaba el nombre de Hospital de los Inocentes, también conocido como Hospital de San Hipólito. Según el cronista Héctor de Mauleón, Álvarez compró una casa en ruinas a un lado de San Hipólito -en Avenida Hidalgo 107- y se dedica a dar asilo y cuidado a los dementes.
Un cronista lo recuerda caminando por las calles, acompañado por dos o tres de sus “inocentes” y diciendo a los caminantes: “Den por Dios para las piedras vivas de Jesucristo”; así como el hospital de convalecientes en Oaxtepec, Morelos. Fue fundador de la hermandad hospitalaria de los Hipólitos que por muchos años se dedicaron a la atención de enfermos mentales.
Casi cien años después, el carpintero José Sáyago empezó a alojar en su casa a algunos enfermos mentales que, debido a la desinformación o voluntad de las familias y la sociedad, deambulaban por las calles en busca de alimento y de algún techo donde alojarse.
Tras ver el esfuerzo de José, el Arzobispo de México, Francisco Aguilar y Seijas, decidió apoyarlo instalándolo en una casona vieja situada frente a la iglesia de San Pedro y San Pablo -en la actual calle Del Carmen N°31, esquina con San Ildefonso-, con un cupo aproximado de 60 mujeres dementes, que permanecieron en ese sitio hasta el año de 1700, cuando la Congregación del Divino Salvador compró una casa en la calle de La Canoa.
El siglo XVIII transcurrió sin mayores cambios en el país en cuanto a los hospitales psiquiátricos, tanto el de San Hipólito como el de La Canoa funcionaron bajo la Orden de los Hipólitos hasta que fue suprimida y su administración pasó a manos del Ayuntamiento; sin embargo, algunos religiosos exclaustrados siguieron atendiendo a los enfermos mentales hasta 1853.
Décadas posteriores a la Independencia, el hospital de San Hipólito cumplió con su papel en condiciones sumamente precarias, mientras que el hospital de la Canoa recibía utilidades de una lotería y por ende sus instalaciones y servicios eran mejores que su predecesor.
En un informe se reportó que “el número de camas es de 90, tiene un promedio de 70 enfermas las que están bastante bien atendidas y se ocupan de algunos trabajos compatibles con su estado; las camas son de fierro con colchones bien aseados y perfectamente provistos de ropa. Es imposible sacar mayor partido de aquel local y mejorar el aseo y el buen orden que reina la casa de locas y niños expósitos, son indudablemente los establecimientos de beneficencia que debería de servir de modelo a los demás.”
Después de 344 años de existencia del manicomio de San Hipólito y 210 años del manicomio de la Canoa, el gobierno de Porfirio Díaz decidió que, como primer acto de la celebración de las fiestas del Centenario de la Independencia, se inauguraría el 1ºde septiembre de 1910 el Manicomio General.

Related posts