Home Nuestra Palabra Los perfiles de la mentira…

Los perfiles de la mentira…

0

PIDO LA PALABRA
    •    Pareciese que en el México contemporáneo las verdades disfrazadas de mentiras son una constante, pues desde hace algunos sexenios se nos ha venido diciendo que los cambios son para avanzar… 


El revanchismo político disfrazado de derechos como el de la libertad de expresión o el derecho de réplica, simplemente son jugadas de ajedrez en donde los jugadores están esperando el movimiento del oponente para poner en juego la suya, teniendo en jaque a una sociedad que aún no entiende del porqué si el pleito es entre los de arriba, el efecto se siente entre los de abajo.

Aquí me permito utilizar unas palabras del Barón de Montesquieu cuando afirmaba que “el mejor gobierno es aquel que sabe conciliar la autoridad política con la libertad de los ciudadanos”, expresión que utilizaba al referirse a la división de poderes; si bien es solo una analogía, pero creo podríamos aplicar la misma frase en la división de las fuentes de los problemas, cada cosa atendámosla en el contexto que le corresponde y no nos llevemos entre los pies a gente que en la mayoría vive al día; no debemos dar la impresión de que primero damos el golpe y después buscamos la justificación; no olvidemos nuestra historia, la verdadera, la de la prole que en el pasado alimentó a quienes la odiaban.

Pareciese que en el México contemporáneo las verdades disfrazadas de mentiras son una constante, pues desde hace algunos sexenios se nos ha venido diciendo que los cambios son para avanzar, para que los mexicanos pobres podamos tener las oportunidades por muchos años negadas; derivado de esos conceptos, que a veces se toman como dogma de fe, es que los mexicanos hemos consentido posiciones políticas que, sin estar totalmente de acuerdo con ellas, nos anima la posibilidad de que las expectativas pretendidas “ahora sí se cumplan”; el caso es que en la mayoría de las veces, dichas expectativas nunca se materializan y terminamos por darnos de golpes en la pared, lamentándonos del engaño al que fuimos sometidos.

Por la misma nobleza del pueblo mexicano se nos hizo creer, y así ingenuamente lo aceptamos, en la venida del cambio económico a la par del cambio político, y por esa candidez, nos tuvimos que chutar seis años de frivolidad en un esquema presidencial sin pies ni cabeza, el pueblo terminó más pobre y la oligarquía privilegiada se hizo más rica.

También, así nos vendieron a un presidente del empleo, mismo que terminó su sexenio con un lamentable incremento en la delincuencia y con miles de muertos en sus espaldas, sin haber logrado cumplir el compromiso que lo llevó a la presidencia.

Regresamos al pasado inmediato y nos damos cuenta que la inercia de la promesa no cambió, se nos dijo que las reformas, la laboral, la energética y la fiscal, traerían beneficios a los mexicanos; y nuevamente, tal vez no nos quedó de otra, activamos a manera de autodefensa, la tendencia cómoda de creer en los compromisos, y cuando nos dimos cuenta, todo resultó ser una telenovela de seis años en donde el pueblo no tuvo un final feliz; y la comedia sigue, ahora nos toca ver el capítulo del divorcio en donde solo los ingenuos creerán que es verdadero como la boda del siglo.

La burra no era arisca, así la hicieron los palos, y los mexicanos ya hemos recibido muchos palos a lo largo de nuestra historia, y ningún paliativo a la desgracia; baste ver la cara de desesperación en la gente que día con día trata de estirar los pocos pesos que gana, para llevar algo de comer a sus hijos; basta darse cuenta los platillos que las amas de casa inventan con los pocos pesos que el proveedor del dinero les pudo llevar, caldo de cabezas de pescado, sopa de papas, tortillas, chile, y no alcanza para más.

Por todo ello, hoy me resulta difícil creer en el “ahora sí”, pues de tanto que hemos escuchado y que no ha sido cumplido, digerir cualquier promesa solo lastima mi inteligencia y nuestra historia.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.