Los Partidos y el control social…

Los creadores del caos ponen su cara de “yo no fui”, y continúan en su lluvia de promesas tan intangibles e improbables como los dogmas de fe

DATO
La próxima semana seguramente estará llena de grandes sorpresas, pues probablemente se capturará a un delincuente de bajo perfil al que previamente se le ha engordado para hacerlo pasar por un pez gordo; o tal vez y como por arte de magia se habrá lograda la extradición de algún ex funcionario con tintes de delincuente de cuello blanco; o quizá, solo quizá, se nos dirá que los costos de los servicios públicos serán reducidos y algún partido político, antes de la veda, nos dirá que es gracias a ellos.

En la política nada es casualidad, la mayoría de los acontecimientos son producto de una meticulosa preparación, cada detalle se planea para que parezca que es espontáneo, casual; y cuando el acto previsto consigue el objetivo, si éste es pernicioso, los organizadores se lavan las manos y se dan sus golpes de pecho jurando que ellos son inocentes y que fue “la gente” quien sin ninguna manipulación los ejerció.

Los creadores del caos ponen su cara de “yo no fui”, y continúan en su lluvia de promesas tan intangibles e improbables como los dogmas de fe; el populismo es la sangre que corre por las venas del fanatismo, ese fanatismo que logra convertir al hombre en bestia que convierte al raciocinio en solo un recuerdo al que los anarquistas de la política siempre evadirán; el líder y los candidatos saben que el prometer no empobrece, pero sí lograrán engañar a los que son sus seguidores de corazón; pero el corazón es ciego y por ello no alcanzan a ver el engaño en que los tienen.

Esa idolatría irracional al candidato con el que casualmente nos topamos en nuestro camino y que por comodidad ya adoptamos como nuestro, sistemáticamente usa el engaño para seguir embadurnándonos el atole con el dedo, y seguimos tragándolo, seguimos embarrando en la banqueta hasta la última gota de nuestra dignidad, olvidándonos que la dignidad y los ideales no se venden.

Candidatos que escupen para arriba y terminan por ensuciarse con su propio escupitajo en esta ola de promesas electorales en donde se compite por ser el más hábil para ocultar corruptelas, pero todos, sin excepción, esbozando una enorme sonrisa de perro chilaquil.

Pero hay un engaño especial que raya en el fraude, y es el de las declinaciones electorales por algún candidato en particular, pues desde mi perspectiva, esas declinaciones son engaños debidamente planeados desde el mismo momento en que se lanzan las candidaturas.

Si de por sí el dinero público utilizado en las campañas es un dinero tirado a la basura, ahora agréguenle el factor engaño de aquel candidato que toda vez que ha gastado millones de pesos en su frustrada campaña, simplemente y sin el menor remordimiento decide que el candidato de enfrente es la mejor opción, dejando tirada una campaña que bien pudo ni siquiera haber comenzado.

El caso es que hoy más que nunca vemos que el principal papel de los Partidos Políticos es servir como un medio de control social, en donde las lealtades se venden al mejor postor y las convicciones se negocian por compromisos para otorgar algún cargo público toda vez que se haya ganado la elección.

La próxima semana seguramente estará llena de grandes sorpresas, pues probablemente se capturará a un delincuente de bajo perfil al que previamente se le ha engordado para hacerlo pasar por un pez gordo; o tal vez y como por arte de magia se habrá lograda la extradición de algún ex funcionario con tintes de delincuente de cuello blanco; o quizá, solo quizá, se nos dirá que los costos de los servicios públicos serán reducidos y algún partido político, antes de la veda, nos dirá que es gracias a ellos.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

MIGUEL ROSALES PÉREZ

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