Miles de huesos de animales enterrados en la cueva cántabra de Covalejos revelan que las dos especies humanas inteligentes seguían estrategias de caza similares hace unos 40.000 años
El ser humano anatómicamente moderno no estuvo solo en Europa. Otra especie humana, los neandertales, compartió con nosotros el continente para desaparecer sin dejar rastro hace unos 30.000 años. Sabemos que nos mezclamos con ellos durante generaciones, hasta el punto de que llevamos su impronta en nuestro genoma actual, y que poseían una inteligencia comparable a la nuestra. La conclusión a la que han llegado un grupo de investigadores españoles es un ejemplo de esto último: su forma de cazar era prácticamente igual a la del Homo sapiens. Lo han comprobado en la región cántabra de Covalejos, cerca de la desembocadura del río Pas, un lugar que por su proximidad a la costa y la cercanía de las montañas suponía un privilegiado refugio glaciar.
En un estudio publicado en “Archaeological and Anthropological Sciences”, un equipo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la de Cantabria, el Itinerario Cultural del Consejo de Europa ‘Prehistoric Rock Art’ y la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid ha analizado más de 30.000 restos de unos 200 animales enterrados en la cueva de Covalejos, utilizada por neandertales y homo sapiens de forma recurrente para actividades relacionadas con la caza hace entre 45.000 y 25.000.
Neandertles y sapiens “perseguían las mismas especies, seleccionando los mejores ejemplares, normalmente adultos jóvenes, y explotaban su piel, su carne y su tuétano”, explica José Yravedra Sainz, del departamento de Prehistoria de la UCM. Después de la caza, llevaban las presas al interior de la gruta, aunque los científicos no han podido averiguar si coexistieron alguna vez en ese mismo lugar. “Probablemente no fue así, no hay pruebas de ello. Pero a nivel regional, mi opinión es que sí coincidieron en el tiempo”, apunta el investigador. La cueva era frecuentada por ser “un lugar accesible, un buen refugio cercano a los valles donde cazaban. Allí pasaban un día o más, despiezando las presas, para después irse a otro lugar, porque eran nómadas”, añade.