FAMILIA POLÍTICA
“Los mexicanos nacemos donde nos da nuestra chingada gana”.
Chavela Vargas
Cantante mexicana nacida en Costa Rica
Allá por el año 2012, llamaron mi atención tres novelas que el propio autor, Juan Miguel Zunzunegui, calificó como una trilogía, cuyo tema es la Independencia de México. Los títulos en cuestión son: El Misterio del Águila, La Diosa y la Serpiente y La Caída del Dragón. Me encontré con una mezcla de relatos más o menos ordenados, cuyos protagonistas se transformaron en personajes de narrativa y, finalmente, en arquetipos detrás de toda una mitología nacional.
Según palabras del propio Zunzunegui, el pensamiento y las obras de las personas reales, quedan en los escritos cotidianos y hasta cierto punto, intrascendentes. Cuando las ideas y sobre todo las obras de ciertos hombres y/o mujeres abren las puertas de la historia para entrar en ella, trascienden el umbral de la narrativa para entrar en el Topos Uranos de su existencia, como personajes de gran idealización cosmogónica.
Así, la trilogía contiene pasajes verdaderamente notables, desde el punto de vista histórico, legendario, con gran sentido del humor y fina ironía; nunca desprovisto de crítica social.
El nombre del escritor muy poco añadía a mi acervo, hasta que por alguna razón circunstancial decidí investigar algunos rasgos importantes, tanto de su biografía, cuanto de su bibliografía. Para tal efecto, recurrí a la ilustrada asesoría del Consejo Supremo Ñhañhu, personificado en el “culto Maestro” Don Roberto Pedraza Martínez, quien intentó sacarme de la ignorancia, enviándome la lista de los más de veinte principales títulos publicados, hasta ahora, por el sujeto-objeto de mi investigación.
En la trilogía ya aparecen rodeados de un agudo sarcasmo, comentarios acerca de hechos o personas que participaron en la época de la Conquista y la Revolución de Independencia; con frío realismo Zunzunegui narra, por ejemplo, la participación del Cura Hidalgo, las horas previas al grito y las posteriores, en donde propició, o por lo menos permitió dantescas escenas de furia y destrucción que un pueblo sometido, de manera anárquica realizó, sin límite alguno, entre los españoles, sus familias y otros privilegiados del sistema de castas, dominante en esa época. Según el autor, el llamado “Padre de la Patria” está muy lejos de ser el dulce anciano que al grito de “Mueran los gachupines”, lanzado desde la parroquia de Dolores Hidalgo, obtuvo la legitimación para alentar un movimiento que estaba socialmente justificado, pero que también tenía serios motivos de venganzas personales. Escribe Zunzunegui, algunos ejemplos de mitos que se consolidaron como traumas de los mexicanos: “Es que los españoles nos conquistaron y nos saquearon, por eso somos pobres”. “Es que la Malinche nos traicionó y se unió a Cortés (en todos los sentidos posibles) y por eso los españoles pudieron conquistar a México”. “Es que los españoles trajeron todas las maldades y las enfermedades, porque aquí no existían ni la malicia ni la corrupción…” “De hecho, la gente no se embriagaba (aunque hubiera pulque y dioses del pulque) y los conquistadores se dedicaron a enviciar a los indios”. “Es que México tiene más de tres mil años de historia, pero los españoles destruyeron nuestra cultura”. “Es que aquí vino lo peorcito de la historia de España y aunque solo eran cuatrocientos de la peor calaña, conquistaron a millones de magníficos ejemplares aztecas”. En futbol, “No ganamos porque los españoles nos dejaron su mentalidad de perdedores”. “Es que la conquista espiritual terminó de destruir a las culturas antiguas (aunque la idolatrada virgencita de Guadalupe sea el principal producto de esa conquista espiritual)”. “Lo bueno es que somos humildes, aunque seamos los consentidos, nada más y nada menos de la mismísima Madre de Dios; que, obvio, nos quiere porque somos pobres, porque lo pobres se van al cielo…” “Es que Cortés (trauma específico de Diego Rivera) era deforme, jorobado y sifilítico”. “Lo malo es que somos pobres, lo bueno es que la pobreza es una virtud (dicen los que dicen que saben)”. “Lo malo es que los españoles nos humillaron (según cuenta ese mito)”. “Lo bueno es que la humildad (aunque la palabra viene de humillarse) es una virtud (según dicen los humildes)”. “Lo malo es que ningún país ha salido de pobre gracias a la humildad”. “Lo bueno es que no nos importa, porque somos pobres, pero honrados”.
Todos estos conceptos y muchos otros más, son puntos de reflexión. Aparecen en la nota introductoria del libro. Según el autor, México y los mexicanos estamos llenos de mitos y de traumas; afirma que básicamente no sabemos qué fue la Independencia… o lo negamos, porque lo que se independizó y cambió de nombre (aunque no de estructuras mentales) fue Nueva España, un reino de tipo europeo construido por castellanos, extremeños, tlaxcaltecas… culturalmente mestizos, recalcitrantemente católicos, lingüísticamente diversos, con cultura neoclásica y barroca conectada con Europa y con Asia, mezclado con todas las culturas dentro de un imperio mundial. No fue señorío azteca, los aztecas no estaban destinados a conquistar el mundo.
Según el pensamiento de moda, La Independencia fue la primera transformación, La Reforma, la segunda; la tercera, La Revolución. El régimen pretende construir la cuarta… Ojalá y no agregue nuevos mitos aplicables a nuestros viejos traumas.