#ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO
• Sin duda los médicos de las Plazas de Toros son ángeles en las enfermerias
Estimados amigos, con el gusto de siempre saludarlos desde este espacio de Plaza Juárez. El pasado martes 23 de octubre, se celebró el Día del Médico, no podemos dejar de hacer un reconocimiento a los cirujanos taurinos, que son verdaderos ángeles de la guarda en los servicios médicos de las plazas de toros, que abren, operan, reparan y suturan, las carnes rotas de los toreros en tardes de tragedia en los ruedos de toda la geografía taurina del mundo, salvando infinidad de vidas aun cuando su labor pasa prácticamente desapercibida.
Podemos asegurar que los cirujanos taurinos no se dedican a esta actividad por dinero, ni tampoco por la gloria mediática o profesional, incluso la cirugía taurina no está reconocida como especialidad médica, toda vez que no los conocimientos para tratar heridas producidas por asta de toro, los médicos y enfermeras que conforman los servicios médicos de las plazas de toros, los han adquirido en la práctica, sin que a la fecha cuente con la validez de las facultades de medicina de las universidades.
Lejos de lo que se pudiera pensar los médicos de plaza no disfrutan de las tardes de toros, por interesantes que sean los carteles, su responsabilidad los obliga a estar atento más, que a la faena, al desempeño de los toros, la manera en que acometen, la forma en que tiran los derrotes, para cuando se llega a registrar la cornada el cirujano ya debe tener un planteamiento de los destrozos que pudo haber causado el pitón en la humanidad del lidiador.
El cuerpo médico debe estar en su sitio más de una hora antes de que comience el festejo, los jefes de éste revisan su equipo humano y material, toman su posición en el callejón, en un burladero muy cerca de los accesos a las enfermerias, desde donde observan con ojos escrutadores el comportamiento del toro.
Como anotamos arriba la “cirugía taurina” no es una especialidad médica que se estudie en una facultad, ni se hace una residencia específica, pero a efectos prácticos, sus particularidades son evidentes e importantes, al respecto el doctor Ramón Vila Jefe de los Servicios Médicos de la Plaza de la Real Maestranza de Sevilla, señala “Las heridas las produce un animal único en el mundo, que es el toro, y a una persona con un sentimiento también único que es el torero”.
Por su parte Patricia Lejido cirujana de Castilla León, España, se refiere a los traumatismos por cornada expresando “Quizá son lo más parecido a los de guerra”, lo que da una idea del alcance de estas lesiones, y es que la manera que tiene un astado de embestir y cornear hace que, la mayoría de las veces, el orificio de entrada de la herida no sea más que una pequeña abertura que no permite apreciar a simple vista las múltiples trayectorias que suele tener la lesión y lo lejos que éstas pueden llegar”; en ese sentido el también cirujano Eduardo Hevia opina, “Tenemos que multiplicar el daño por cinco, con respecto al tamaño de la abertura inicial”, además, por lo afilado de los pitones, la punta (denominada “diamante”) tiene un grosor de poco más que un lápiz que va ensanchándose a medida que se avanza hacia la cepa de la encornadura; de tal forma que, el cuerno penetra en el organismo por presión, no por corte, arrancando y destrozando todo lo que encuentra a su paso -músculos, tendones, vasos sanguíneos grandes y pequeños, órganos internos, etc.- por si esto fuera poco, los cuernos son un medio contaminado de gérmenes, y finalmente, el propio traje de torear, la arena de la plaza, que en algún momento entran en contacto con la herida, no están precisamente esterilizados, lo que multiplica enormemente el potencial dañino de una cornada, porque además de los destrozos que causa el pitón existe un alto riesgo de infecciones.
No obstante, los cirujanos taurinos, insisten en señalar que su especialidad está fundamentalmente determinada por la premura en la atención de los lesionados, de manera que la prioridad es evitar la tragedia, el cirujano mexicano, Xavier Campos Licastro, Q.E.P.D., señalaba que en el transcurso de la corrida el médico debe estar atento para, en el preciso momento en que se registra una cornada, apreciar la forma en que el torero es lesionado y de esa manera al ingresar éste a los servicios médicos el facultativo sepa cómo se le debe atender, ganando tiempo en la valoración de los daños causados. Fue precisamente el doctor Campos Licastro, durante su gestión como Jefe de los Servicios Médicos de la Plaza de Toros México, quien fundó en el año 1974 la Sociedad Internacional de Cirugía Taurina, una organización sin fines de lucro, que agrupa a cirujanos taurinos de México, España, Portugal, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador y Francia y cuyos objetivos son: 1) La creación de protocolos definidos para atender a los lesionados 2) Unificar los criterios médicos de tratamiento de las lesiones (Guías clínicas de manejo) y 3) Gestionar de manera unificada el equipamiento de las enfermerias de las plazas de toros en el mundo para contar con los elementos más modernos para la atención de los lesionados.
No hacen el paseíllo, pocos saben quiénes son, pero los cirujanos taurinos, al igual que los toreros, también están hechos de una pasta muy especial.
Por ahí nos vemos ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO, si Dios lo permite.