
RELATOS DE VIDA
Eran cada vez más frecuentes los malestares de la cabeza, la sensación de vértigo y los mareos eran aún más recurrentes, y las pastillas para calmar la incomodidad también se convirtieron en el alimento diario.
La situación era ya insostenible, y enlistó las diferentes opciones para tratar el mal que ya no la dejaba dormir, pese a las tazas con café o té que consumía por las noches para poder caer rendida en su cama y conciliar el sueño que tanto anhelaba.
Lo más lógico fue recurrir con un médico, y después de varios estudios, la ciencia aseguraba que no existía ningún daño que le pudiera provocar el malestar, sin embargo, recibió la sugerencia de bajar los niveles de estrés y preocupación.
Insatisfecha, acudió a una opción más espiritual, en la creencia de poder alinear la mente y el cuerpo con el espíritu, en ese dicho recibió numerosas sesiones con diferentes técnicas, desde acupuntura, pasando por el biomagnetismo, para concluir con la meditación acompañada de mantras, y si bien el proceso disminuyó los malestares, todavía no se sentía completamente bien; la sugerencia fue complementar la terapia con sesiones psicológicas, y así lo hizo.
En tan solo tres semanas con el psicólogo, descubrió que los mareos constantes simbolizaba las “idas y venidas” de su casi algo, y de precisamente el término “casi algo”, y también terminó por darse cuenta que su estabilidad y paz emocional eran esenciales para su salud, y más importantes que un hombre indeciso.