República centroafricana en conflicto
- Los niños desplazados por los conflictos en su país
“Hoy no hay nada para comer” es la frase que más repiten los pequeños que, sin nada que hacer, pasan sus días de un lado al otro del campo buscando migajas o llevándose a la boca comida putrefacta en los puntos asignados para tirar la basura. “Presencié el asesinato de mis padres a manos de la milicia musulmana, más conocida como Seleka, por lo que caminé hasta el campo y ya llevo aquí dos año”, cuenta la pequeña Sophie, de ocho años de edad.
Muchos de ellos llegaron solos tras presenciar el asesinato de sus padres y ahora no tienen quien los acoja. En sus pequeños rostros permanece grabado el terror de seguir vivos sin saber por qué, con sus estómagos hinchados por la constante hambre, delgados y mermados por enfermedades como la malaria o el dengue.
Los desplazados por el conflicto en la capital de la República Centroafricana que se refugiaron en el campo de Mpoko están llegando al límite de sus fuerzas. Entre ellos más de 4.500 niños que vagan sin rumbo, vestidos con harapos y extremadamente desnutridos.
Pequeños fantasmas que están literalmente entre la vida y la muerte y que son víctimas de abusos físicos y sexuales. El campo está situado en los aledaños del aeropuerto internacional de Bangui y acoge a 26.000 cristianos que huyeron del barrio musulmán, conocido como PK5, después de las matanzas de 2013, así como cristianos que huyeron de sus aldeas y pueblos en otras partes del país y que dejaron atrás sus casas y enseres para seguir vivos.