La vigencia de los Partidos Políticos es directamente proporcional a su capacidad para establecer y abrir los suficientes canales de comunicación con la sociedad, de ir más allá de sus propios límites y rebasar sus discusiones internas para escuchar, sentir, interpretar y sobretodo representar con legitimidad al pueblo, al electorado que decidirá con su voto, su permanencia y fuerza como Partido.
Entendemos que un Partido Político debe ser la respuesta a la necesidad de construir una alternativa viable que resuelva en términos pacíficos el ejercicio del poder por la razón y las ideas, debe ser la respuesta indispensable para dar paso a la paz social y a la estabilidad política, estableciendo los factores determinantes para unificar y orientar hacia el desarrollo del País.
Su propósito fundamental, debe ser el de otorgar vigencia a las instituciones e instaurar la democracia en el marco de un acuerdo social que propicie la convivencia armónica y civilizada, privilegiando el estado de derecho y la gobernabilidad del país.
Es preciso que hagamos una reflexión de lo que ha sucedido en los últimos 15 años, la sociedad mexicana a través de su voto razonado ha intentado expresar su rechazo al poder centralizado y a las políticas impopulares e imposición de candidatos, sin embargo sus intentos se han quedado en solo eso; hoy se exige que los Partidos Políticos sean alternativa real de poder en un sistema plural, demandando su adaptación y transformación a la nueva realidad.
Aun sin estar en plenitud nuestra particular democracia, el pueblo se ha pronunciado conscientemente a través del voto, por dividir efectivamente los poderes y que los Partidos sean un factor determinante para no permitir más los excesos de un presidencialismo exacerbado ni de un legislativo sumiso levanta dedos.
¿Pero qué ha pasado a la distancia de aquel anhelo social?, ¡la sociedad ha sido traicionada!, ¡la sociedad no ha encontrada en los Diputados y Senadores ninguna señal de querer adaptarse a esta nueva realidad¡, seguimos inmersos en una desesperada lucha del poder por el poder mismo, y que cuando más nos acerquemos a la fecha de las elecciones, esa lucha se hará más cruel, mas injuriosa, y en medio de este entuerto, inexorablemente quedará el electorado que no olvida.
Por ello, todo aquel que aspire a representar a la sociedad, ya sea a través de una diputación o de cualquier cargo de representación popular, no debe olvidar la voz del pueblo, que exige representantes que sepan cumplir sus compromisos, que sean vehementes críticos pero respetuosos; representantes que fortalezcan la capacidad de gestión social; representantes con un compromiso absoluto en el combate a la corrupción; representantes que no se olviden de la sociedad que los ha llevado a la curul; pero sobre todo, representantes que se comprometan a preservar el estado de derecho y a no prescindir de sus valores.
Que no olviden que su obligación y compromiso es con el pueblo, y en particular con los más desprotegidos, los pueblos indígenas, las clases medias populares, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los niños, los adultos mayores y las mujeres; los grupos más vulnerables de la sociedad mexicana. Y que no se confundan pensando que ese principio debe estar peleado con la inversión, con la iniciativa privada, al contrario, deben armonizarse en un sano complemento en beneficio de la sociedad que representan, y no solo llevar agua al molino de los que más tienen.
Estoy seguro que en sus respectivas campañas todos los candidatos se comprometerán hasta de lo imposible con tal de ganar la simpatía de los ciudadanos, pero lo más recomendable para ellos es que se olviden de ofrecernos ilusiones que no podrán cumplir, ojalá y los candidatos se den cuenta que ya no nos chupamos el dedo, porque si insisten en promesas que solo un ingenuo les podrá creer, los que se quedarán chupando el dedo serán tales candidatos.
Las palabras se las lleva el viento pero mi pensamiento escrito está.
- D. MIGUEL:.ROSALES:.PÉREZ:.