Según estudios un 79% de los chinos opina que su país es cada vez más abierto a la hora de hablar de sexo. Y aunque solo un 15% se declara “muy satisfecho” con su vida sexual —un 12% en el caso de las mujeres— es una cifra similar a la de los países occidentales.
Pekín.- China ha vivido casi un milenio de represión sexual. El puritanismo que empezaron los neoconfucianistas durante la dinastía Song (979-1279), el régimen maoísta lo llevó al paroxismo. Cualquier experiencia de pareja fuera del matrimonio era ilegal y podía acarrear el delito de “gamberrismo”. En 1989 apenas 15% de chinos reconocía haber mantenido relaciones prematrimoniales; hoy esa cifra supera el 71%, según la veterana sexóloga y activista por los derechos de los homosexuales Li Yinhe, que considera que su país vive una “revolución sexual”.
Atrás quedan los días de uniforme unisex para todo el mundo y de permisos de la unidad de trabajo para casarse y poder mantener relaciones. Los sexshops ya no son aquellos negocios pioneros que recibieron los primeros permisos para abrir a mediados de los años noventa, bajo la estricta condición de que su fin primordial fuese la educación. Hoy el número de estos comercios supera los 200.000 en todo el país; China fabrica el 70% de los juguetes sexuales de todo el mundo. El sector movió casi 6.400 millones de euros el año pasado, una cifra que no va a parar de crecer.
“A nuestros clientes les gusta probar cosas nuevas. Muchos vuelven, y cada vez se llevan algo diferente”, asegura Xiao Yang, de 34 años y empleado de un sexshop en el barrio pekinés de Gongti. Al establecimiento acuden, asegura, un número equivalente de hombres y mujeres, aunque es raro ver a mayores de 40 años. Muchos llegan sabiendo ya lo que quieren: han hecho su investigación por Internet. La Red ha contribuido decisivamente al boom del sector, al eliminar el cara a cara en las consultas y en las compras.