Los 103 de Nicanor Parra, la voz crítica de Chile

El emblemático poeta del país trasandino celebró un nuevo aniversario con un número que lo vuelve eterno.

¿Los poetas nacen o se hacen? Las sensibilidad estética es uno de los grandes misterios de la humanidad porque, a diferencia de las especies animales, los humanos tenemos la capacidad de hacer arte. Hay una teoría que asegura que todos somos artistas, los hay mejores y peores, y todo ese entramado forma la cultura. En algún punto puede ser cierto, pero también hay que mirar al tiempo, el que termina dando la razón: hay artistas trascienden su época y quedan inmaculados para siempre en la historia. Uno de ellos es Nicanor Parra, hermano de Violeta: hoy cumple 103 años. ¿Será acaso esa fuerza artística la que le ha permitido, a diferencia del resto de los mortales, superar el centenario de vida?
Nacido en Chile —específicamente en San Fabián de Alico: un pueblo que hoy no supera los 1500 habitantes—, tierra fértil para los poetas, lugar donde se respeta y se valora la literatura versada, Nicanor Parra es un hito viviente, un emblema de la rebeldía estética —y por consiguiente política—, un hombre que superó el lenguaje, que las palabras le quedaron chicos, entonces inventó la antipoesía.
¿Qué es la antipoestía? Nada mejor que una anécdota suya al respecto: “El colegio era campeón de básquetbol y fútbol, por lo que a los atletas los consideraban héroes. A mí, Jorge Millas, Carlos Pedraza y Luis Oyarzún, que formábamos un grupo de intelectuales, nos llamaban los filósofos y, según los deportistas, filósofo era sinónimo de pelotudo. Se dio la clásica rivalidad entre espartanos y atenienses. Decidimos que teníamos que revertir esta situación y para ser aceptados se nos ocurrió hacer un tipo de literatura humorística, con muchos chistes y bromas, que era aceptada por ellos. Fue una transacción en la que el último hombre arrasaría con el súper hombre. Se produjo el choque entre pedantería y vulgaridad; nosotros éramos los pedantes, ellos los vulgares, y la síntesis dialéctica entre ambos, es la antipoesía”.
La antipoesía es, justamente, oponerse al canon: jugar sin reglas. Mayúsculas, minúsculas, versos mínimos, imágenes… en la poesía de Parra —para Harold Bloom, Niall Binns o Roberto Bolaño, el mejor o uno de los mejores poetas de Occidente— vale todo. También significaba, en esa oposición al canon, oponerse a Pablo Neruda: el gran poeta Premio Nobel. Parra no llegó a ganarlo, fue candidato en varias oportunidades, aunque sí recibió el Premio Nacional de Literatura en 1969 y el Premio Miguel de Cervantes en 2011), entre otras distinciones.
Historizar la poesía de Nicanor Parra es una tarea compleja, sobre todo por las variaciones que ha tenido. Basta con decir que comenzó en la década del 30, período de su juventud, como representante de la llamada poesía de la claridad, inspirada Federico García Lorca, fallecido por aquellos años. Se opuso al hermetismo, al Grupo La Mandrágora y al realismo socialista, porque su poesía es indeclinablemente crítica.
El día de ayer Nicanor Parra, la voz crítica de Chile, cumple 103 años, un número que lo vuelve eterno, incluso en vida.

Related posts