Lo que queda del antiguo Acueducto de Chapultepec

Mochilazo en el tiempo

Seguramente has fijado tu vista en los arcos de piedra que están en medio de avenida Chapultepec a la altura del metro Insurgentes y Sevilla, ¿tienes idea por qué están ahí o el porqué son el símbolo de esta estación? EL UNIVERSAL se dio a la tarea de preguntar a la gente que transitaba por ahí si conocían la historia de este lugar. Las respuestas fueron muy variadas. Hubo desde quienes pensaban eran un monumento pero sin saber de qué, hasta los que tenían un completo desconocimiento de ellos. Algunos no sabían completamente su origen, aunque si consideraban que era un lugar histórico que debía de ser cuidado y rescatado.
En entrevista con la señora Aracely Romero —quien desde Guadalajara visitaba la ciudad y al ver los arcos decidió tomar algunas imágenes, aunque nos dijo desconocer de qué época eran o desde donde corrían originalmente— afirmó que le parecían muy bonitos. En otra entrevista, Ricardo, un joven que labora en un Call Center de la zona, nos dijo que los arcos eran parte de un acueducto y que el tramo que queda es lo único que se conservó, aunque él mencionó que eran de origen prehispánico, según lo que había leído.
Alejandro Rosas, otro entrevistado, quien labora en una tienda de ropa muy cerca de avenida Chapultepec y del acueducto, también desconocía desde cuando se encontraban estos arcos en el lugar, pero afirmó que recorrían una gran distancia desde el actual Bosque de Chapultepec hasta la zona del centro de la Ciudad de México. También se entrevistó a la señora Hilda Rosas, quien labora en un taller mecánico frente a la arquería y que además es vecina del lugar, comentó que no tenía idea del tiempo que llevaban los arcos ahí, pero que era muy agradable la existencia de estos, con la iluminación que tiene, se siente más segura, además del funcionamiento de las fuentes con las que cuenta lo convierten en un lugar de paseo muy agradable.
Estos arcos que vemos hoy, es lo que queda del gran Acueducto de Chapultepec, que iniciaba en la fuente de Chapultepec, hoy reubicada en el paradero de esta estación, y corría por las avenidas Chapultepec y Belén, hasta llegar al cruce con la calle de Niño Perdido, actualmente Eje Central, donde hoy se encuentra la fuente de Salto del Agua.
Desde su fundación, en 1325, la Ciudad de México no contaba con manantiales o pozos de agua dentro de su perímetro, por lo que el agua tenía que traerse de otros lugares del valle como Santa Fe y Chapultepec, para desembocar en fuentes públicas que abastecían de agua dulce a los habitantes de la ciudad.
Así como las ciudades de Querétaro y Morelia cuentan con grandes acueductos, la Ciudad de México no fue la excepción, el de Chapultepec fue construido en el siglo XVIII, inició su construcción el virrey Agustín de Ahumada, II marqués de las Amarillas, y fue concluido por el virrey Antonio María de Bucareli. Medía 3 mil 907 metros, construidos de piedra y ladrillo, estaba conformado por 904 arcos y corría desde las “Albercas de Chapultepec”, continuaba hasta la garita de Chapultepec donde se localizaba una primer fuente, y seguía hasta la Fuente de Salto del Agua, en la zona de San Juan de Letrán y San Pablo, esto con la finalidad de abastecer de agua a la zona sur de la gran ciudad, lo que hoy es apenas el sur de la colonia Centro y la colonia Doctores.
– Corredor Cultural Chapultepec
Tras dejar de dar servicio, el acueducto comenzó a ser demolido poco a poco. Para los años 60 sobre el trazado original de este conducto de agua para la ciudad se construyó, muchos años después, parte de la Línea 1 del Metro, por debajo de las actuales avenidas Chapultepec y Arcos de Belén; no es de extrañar ya que se comunican de manera rápida dos zonas importantes de la ciudad: Chapultepec y sus alrededores con la zona de San Juan de Letrán y más adelante el barrio de San Pablo, antiguos límites al sur de la capital.
Es en el año 2015, después de años de abandono y olvido de las autoridades, en avenida Chapultepec se proyectó una remodelación integral de esta importante arteria vial de ciudad: el Corredor Cultural Chapultepec, en el que se planteaba la construcción de dos nivel peatonales a lo largo de la calle, con varios accesos a distintos niveles. Para su edificación se planteaba la demolición de los restos del acueducto.
Ante este cambio, los vecinos de las colonias Roma, Juárez y Condesa se opusieron, con lo cual el gobierno de la Ciudad de México organizó una consulta vecinal el 6 de diciembre de 2015, en esta gano el No al Corredor Cultural Chapultepec, con lo que se evitó la pérdida de este vestigio de la ingeniería y la arquitectura novohispana.
Durante las entrevista que EL UNIVERSAL realizó a vecinos y personas que paseaban cerca del acueducto, cuando se comentaba sobre lo que se evitó, todos coincidieron en que fue una buena decisión que se conservaran los restos del acueducto, no solo por su valor histórico, sino también porque, como nos comentó la señora Hilda Rosas: “Se siente agradable caminar por ahí, cuando arreglan los jardines y están funcionando las caídas de agua a ambos lados de la arquería, no se siente la inseguridad y esta lidno”.
– Una fuente que le dio nombre a un lugar
Es precisamente en la zona de San Juan de Letrán, en el cruce de Arcos de Belén y entonces Niño Perdido, actual Eje Central, donde se localiza el final del acueducto con una gran fuente, la de Salto del Agua, llamada así por la impetuosa fuerza con la que caía el agua en su gran pila y que abastecía del vital líquido a este barrio popular.
La fuente llevó agua a una zona que carecía de ella. Cabe mencionar que el agua de esta fuente era la llamada “agua gorda”, denominada así por su alto contenido de minerales, por lo que no era apta para consumo humano, pero si para otros usos como lavar ropa o trastes, aseo personal, limpieza de la casa e incluso para dar de beber a los animales.
Tras casi dos siglos de encontrarse en ese sitio, soportando las inclemencias del tiempo y de la contaminación que desgastaron sus piedras, en los años 60, la fuente original de Salto del Agua fue removida y llevada a los jardines del Museo del Virreinato en Tepotzotlán; sin embargo, sigue al aire libre sin protección alguna de lluvia, sol o viento. En su lugar se colocó una réplica.
Con el crecimiento de la ciudad, la introducción de ductos subterráneos y la modernización de las redes de distribución de agua, el acueducto dejó de funcionar en el siglo XIX. Para el siglo XX la arquería comenzó a demolerse por etapas, de los 904 arcos que conformaban la vía fluvial, tan solo quedan una veintena en medio del camellón de la avenida que le da su nombre. Un hermoso resquicio histórico que es alumbrado por las noches y que da a la ciudad un remanso de paz en medio del ajetreo diario de la metrópoli.

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