Lo que el futuro nos depara…

Lo que el futuro nos depara…

PIDO LA PALABRA

¿Cuánto vamos a crecer?, esa es la pregunta del día, urgidos estamos de salir del hoyo en el que nos encontramos, un agujero negro que todo se lo traga lentamente y cual inmersos en un laberinto nos encontramos desorientados para encontrar la salida, pues a cada momento cambia la expectativa de crecimiento nacional y se llevan a cabo los ajustes correspondientes

Todos necesitamos dinero, en mayor o menor grado pero sin duda alguna todos vivimos con el signo de pesos en la mente, eso no es lo malo, menos aún en esta época de tantas carencias, lo degradante está en la manera que usamos para conseguirlo; en este caso la forma es fondo y repercute directamente en el prestigio y honorabilidad de quien lo ejerce.

El esfuerzo para ganarse un peso es enorme, hay quienes para poder tener lo suficiente para comer invierten la totalidad de su día en ello, y quizá ninguna de estas personas me esté leyendo en este momento porque ni para comprar un periódico les alcanza; es en esa gente en donde todos debemos centrar nuestra atención y apoyo “desinteresado”, pues es precisamente entre ellos en donde se encuentra el cultivo de la estabilidad social.

Los políticos los usan como clientes para sus campañas electorales o para plantones de resistencia pacífica, como alguna vez se estiló; les prometen terrenos y luego los mandan a alguna orilla de alguna barranca en donde mañana serán desalojados por ser una zona de riesgo; les ofrecen que de llegar al poder les darán la concesión de ambulantaje, y después, ya los quieren reubicar por ser nocivos para ciertos sectores de la ciudad; el prometer no empobrece, pero cuidado, su incumplimiento genera resentimientos peligrosos.

Ningún programa social es malo en esencia, sobre todo si existiese una verdadera transparencia en su ejercicio y en esos casos nada ni nadie lo podría objetar; pero cuando tiene orejas de burro, cola de burro y rebuzna como burro, ya sabemos de qué animal se trata.

En periodos electorales, se suele sacarles sus trapitos al sol a políticos connotados con la única finalidad de disuadirlos de seguir participando en dichos procesos; algunos tienen la cola tan grande que no les queda de otras más que hacerse a un lado; ya con el camino despejado, se deja en paz al susodicho, aunque cuando la presión generada es alta y se corre el riesgo de hacer el ridículo o salirse de control, se opta por continuar la persecución con los mandos inferiores, que si bien también tienen sus culpas, se presume que es solo para dejar a salvo el honor por el polvo levantado.

La gente necesita recursos y no que se los quiten, la ciudadanía exige resultados no promesas, la sociedad exige eficiencia y no necedad en sus representantes; la situación del País cada día es más crítica, no solo en lo económico, en donde ese deslizamiento de los precios pronto generará estragos en los bolsillos de la gente, de hecho, ya los estragos se comienzan a notar y por ello la urgencia del circo en lugar del pan.

El aspecto político también está en situación de crisis, los índices de credibilidad en los representantes populares están por los suelos, y ellos a su vez están durmiendo en sus laureles, pensando en el mito de la minoría de edad del pueblo.

Estamos en la resaca de la promesa de un nuevo amanecer y ojalá no se copie el mal ejemplo de justificar el incumplimiento echando culpas al pasado, si el pasado es culpable que se actúe y no solo se exhiba. Aún veo mucho por venir, pues el empobrecimiento no solo se mide por la escasez de moneda, sino en el tamaño de los compromisos incumplidos; nuestra certidumbre también se está diluyendo.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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