Lo mismo… pero más revolcado

Lo mismo… pero más revolcado

Pido la palabra

Solo sé que nada sé, expresión Socrática que nos lleva primero a reconocer nuestra ignorancia, para después, a partir de ello, ir en busca de la verdad; desde luego, se requiere humildad, pero a la vez una profunda disposición para conocer lo que no es perceptible a nuestros sentidos sino a través del razonamiento; este proceso conlleva una dificultad que no todos estamos dispuestos a soportar: despojarnos de nuestra arrogancia llena de falsedades.

Por esta razón, la mayoría de los seres humanos tendemos a irnos siempre por lo más cómodo, pues siempre será más fácil destruir que construir, boicotear que proponer, y en este pensamiento cabe otro, cuya concepción es totalmente adaptable a nuestra actualidad política: “el que no sabe, pero tampoco lo reconoce, entonces critica”.

Solo veamos en nuestro entorno, todos creemos ser los poseedores de la verdad absoluta, y fuera de nuestros conceptos, afirmamos categóricamente que los demás están equivocados;  y si a esta premisa le agregamos un objetivo personal pero a la vez mezquino, entonces nuestra conducta se torna oscura y perversa.

Pero lo lamentable, sobre todo para el común de los ciudadanos, es que nuestro entorno político sigue inmerso en ese sórdido camino de los sofismas y las simulaciones, en donde a las falsedades las pretenderán hacer valer como verdades, desde luego, verdades que solo lo serán para conseguir un objetivo: llegar al poder sin importar la forma de lograrlo, haciendo pasar a las obligaciones sólo como un acto de gracia y buena voluntad de quien las ejecuta y no como lo que en verdad son, un deber jurídico.

Reitero que todo lleva un fin, y en Hidalgo, la maquinaria para llegar a esa meta ya se ha empezado a mover; todos los Partidos Políticos nos empezarán a mostrar sus mejores galas; paulatinamente ya irán sacando de algún almacén los lapiceros, bolsas de mandado o gorras rotuladas con el nombre de algún candidato.

Así de bonito y lucrativo es el mundo de los políticos, no de la política, pues ésta, como ciencia, es digna de todo respeto; no así los que valiéndose de ella utilizan el engaño y las falsedades para erigirse como “luchadores sociales”, aunque esta proyección de su imagen es igualmente falsa, cual alegoría de la caverna platónica, pues únicamente se acuerdan de la sociedad en periodos electorales.

Juan Jacobo Rousseau señalaba que: “cuando el gobernante no observa los dictados de la voluntad general y actúa en contra del bienestar común, entonces ha dejado de representar al pueblo que lo eligió”; en ese saco caben muchos de nuestros actuales representantes que solo se representan a sí mismos.

Otro tema lo es las alianzas “frankensteincas”; argumentan que son para acabar con los gobiernos caciques; ¿acaso no se han dado cuenta que esos gobiernos “caciques” tienen su origen en el seno de los propios Partidos Políticos? ¿O solo se trata de cambiar a un cacique para entronizar a un lobo con piel de oveja; al final, resultan ser la misma burra, pero más revolcada?

Hoy día he dejado de creer en los políticos, quizá alguna vez lo hice en mi lejana candidez, pero ya no más; hoy mienten para ganar votos, y mañana vuelven a mentir para justificar tanta simpleza ocurrente, y todo lo justifican con el pueblo, aunque sea al único que no toman en cuenta en las decisiones de suyo reprochables.

Debo aclarar que no estoy de acuerdo con el voto en blanco, pero al ver tanta porquería que se persigue con las alianzas y tantas falsedades disfrazadas de argumentaciones disque sociales, creo que en ésta ocasión, como dijo Sócrates, “prefiero sufrir una injusticia antes que cometerla”.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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