Llamados

RELATOS DE VIDA
    •    Ya levántate – escuchaba a lo lejos Josefina, en tanto apenas alcanzaba a percibir un ligero cosquilleo en el cuello.


Aún se sentía cansada y con sueño así que dejó pasar los llamados y las sensaciones, pues además no sabía si era parte de la fantasía que estaba pasando su mente, justo en ese momento, parte de uno de sus sueños.
    •    Ya Josefina – volvió a escuchar a lo lejos, seguido de humedad recorrer por sus hombros.

Esa sensación era agradable; así que decidió abrir los ojos, y al echar un vistazo se encontraba recostada sobre el pasto disfrutando un poco de la calidez del sol, a su lado estaba un joven apuesto que le besaba los hombros y parecía que comenzaba a recorrer los brazos.
    •     Josefina, quiero todo contigo, hace tanto tiempo que te deseo pero he tenido miedo de acercarme a ti, pero ya no puedo más – mencionaba el chico mientras continuaba con los besos y caricias.

Josefina no sabía qué decir y menos que hacer, pero jamás había tenido la oportunidad de estar con alguien guapo y en esta situación, así que solamente se dejó llevar, sin mover ninguna parte de su cuerpo solo se puso flojita para seguir recibiendo caricias.
La mujer solo cerró los ojos, sentía la calidez de los besos, pero si te todo la humedad, unos labios completamente húmedos, que besaban y chupaban, de ves en vez una mordida e incluso hasta lengüetazos.
Se sentía soñada, así que se dejó consentir en tanto pedía que esos besos y abrazos terminarán en algo más profundo, más carnal, más erótico, más sexy…su urgencia era tanta que sólo pensaba en ser poseída.
    •    Josefina, ya no tardes – escucho nuevamente a lo lejos, lo que causó ansiedad, cómo podía escuchar a distancia el llamado del chico si lo tenía pegado a ella. – Josefina, por favor -.

Abrió los ojos, echó un vistazo hacia un lado rogando que se encontrará el chico, pero ahí no estaba, volteó al otro lado y lo encontró… encontró a su perro “guapo” chupándole las manos y del otro lado de la puerta, a su papá llamándole, llevaba media hora en el baño y necesitaba entrar.
Josefina se había ido de fiesta, y había llegado bastante tomada, como pudo se fue directo al baño sin soltar la quesadilla que llevaba que minutos antes había tomado de la mesa de la cocina; no se dio cuenta que su fiel canino la acompañaba; se sentó en la tasa del baño y se quedó dormida.

Related posts