Llamado inoportuno

LA GENTE CUENTA

-Mami… Mami, ayúdame, por favor…

-Manuelito, compórtate por favor, hay visitas
El pequeño Manuel llevaba sus diminutas manos en su entrepierna, mientras danzaba de forma graciosa, de un lado a otro, mientras su madre, en una reunión improvisada con las vecinas de la cuadra, se daba vuelo con los detalles de lo que sucedía en el vecindario, casi con lujo de detalle.
De hecho, Manuel estaba a gusto mirando por el televisor su caricatura favorita, los dibujos tramaban una historia demasiado hilarante, imposible de que el pequeño se lo perdiera en una pestañada, pero algo en su cuerpo comenzó a reclamarle algo, sus entrañas comenzaba a gestarse movimientos involuntarios.
Pero de repente, aquellos movimientos se convirtieron en ligeras, pero molestas punzadas en su panza, y estas comenzaban a multiplicarse más y más; presa del pánico, decidió tomar el asunto con sus propios recursos, pero era como una hormiga en un mundo de gigantescos humanos.
-Mami…-jalaba Manuel del mandil de su madre
-Por el amor de Dios, Manuelito. Vete a ver la tele. Y no te comas todos los dulces porque te va a hacer mal –advirtió ella sin voltear a verlo.
Como un soldadito en posición de guardia, Manuel daba vueltas por la sala de forma desesperada, buscando una solución para su malestar, sin ningún resultado. Decidió dejar de marchar y sentarse a ver el televisor para olvidarse por un momento del asunto, aunque solo consiguió empeorarlo más.
 Un sudor frío recorrió la frente de Manuel, sus manos, igual de sudorosas, se entrelazaban una con otra con mucha fuerza, provocándose ligeras hematomas; los pies los tamborileaba, a la vez que también ejercía cierta fuerza, como si con ello quisiera evitar lo que el cuerpo quería eliminar en un momento.
La madre, indiferente de esta escena, se ocupaba de hablar del vecino que había llegado ebrio por la noche, de los adolescentes sin futuro que usaban drogas en espacios oscuros, de la vecina cuyo marido le era infiel, de la próxima fiesta patronal de la colonia. Salió de su ensimismamiento cuando detectó un olor fétido.
-¡Mami!
-¿Ahora qué quieres, Manuel?
-Me hice popó…

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