Lindos, amorosos y pendencieros…pero nada más

PIDO LA PALABRA
Todos los candidatos tiran la piedra y esconden la mano

¿Y las propuestas apá?…los candidatos siguen gastando los dineros del pueblo en pleitos de vecindad, millones de pesos literalmente tirados a la basura, dinero que podría servir en causas productivas, en generación de  nuevas fuentes de trabajo, en fomento educativo, en salud, o, caso extremo, para llevar alimentos a las zonas más desprotegidas y golpeadas por la naturaleza en nuestro País; pero no, se ha decidido que mucho de ese dinero (aunque juren que ya regresaron muchos millones) solo sirva para seguir paseando candidatos improvisados, en un auténtico turismo electoral.

Campañas llenas de ambigüedades, generalizaciones, conceptos abstractos que prometen el “qué”, pero no especifican el “cómo”; vendedores de sueños e ilusiones, que viniendo de ellos, suenan a sueños guajiros que se pueden convertir en pesadillas.

En verdad que a estas alturas de la campaña, y ya llevan el primer tercio, no hemos podido escuchar propuestas que generen emoción al electorado; los mítines políticos se aderezan con puras descalificaciones; pura mugre y nada de substancia; mucho ruido y nada de nueces; la saturación en los medios masivos de comunicación, los yerros de las autoridades, tantas mentiras y propuestas recicladas han logrado que esta campaña se perciba como campaña de odio y venganzas.

Se llenan plazas con gente aún no convencida en el candidato que los acarrea, digo, que los convoca; van por las bolsas de mandado, por las playeras, gorras o balones; pero convencidos lo que se dice convencidos en el liderazgo del candidato, lo dudo, hacer presencia solo es requisito para aparecer en las listas de promesas.

La motivación ha sido asesinada en los últimos 18 años; fue atropellada por 12 años y hecha pedazos los últimos seis de nuestra historia, esa historia que estorba a casi todos los candidatos y que es utilizada en beneficio de uno de ellos. Qué pena que las definiciones se estén dando por el odio y no por la convicción y el razonamiento.

Por ello creo que todos los candidatos tiran la piedra y esconden la mano, están jugando con nuestra inteligencia por enésima ocasión; se dicen atacados pues, desde su perspectiva, los nerviosos son los de enfrente; y eso es ofender a nuestro raciocinio, no estamos ciegos para no darnos cuenta que la guerra sucia está en todo su apogeo; todos contra todos, aunque nadie reconoce ser el francotirador, la piedra terminará por descalabrarlos también.

La Doña ex azul no levanta, lleva sobre sus frágiles hombros la inercia de doce años perdidos, de doce años de un cambio hacia abajo; y no puede utilizar la estrategia de la crítica sin patear el pesebre; ahora en una ficticia  oposición, no sabe por dónde fincar la plataforma que le evite el desastre anunciado.

El bronco, con sus propuestas sanguinarias, nos envía a la época del tribunal del Santo Oficio; aunque creo que es el único candidato que está disfrutando su campaña –bueno, alguien debe disfrutar las campañas-; no dudo que ha asumido la anemia de su oferta política y quizá por ello en sus frases denota que ya empieza a preparar el camino de justificación de la derrota.

La nueva etapa de la campaña será mover el corazón del ciudadano, nos hablarán de su familia, de sus hijos, de sus madres, hasta de la alegría que le da al perro cuando llegan a sus respectivas casas; pero si todos ellos se olvidan de que el electorado ya quiere oír propuestas viables, y siguen privilegiando el litigio, seguramente ese perro será el único que les quiera mover la cola, porque el perro no piensa, pero el elector sí.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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